miércoles, 18 de noviembre de 2009
Sócrates dixit: "Llevemos la Factory a todas las ciudades"
Siendo niño y viviendo todavía en un pueblo, uno estaba muy pendiente de todo aquello que oliese a urbano y de los hechos diferenciales que hacían que una población de cierta envergadura pudiese ser considerada una ciudad. Por ejemplo, en el imaginario paleto el imperial El Corte Inglés otorgaba a cualquier urbe una condición cuasi capitalina, de exclusividad y cosmopolitismo, como si dicho mercadillo de naderías fuese el epítome de lo cool. Tal cual os lo cuento. O entrar en una horterada del calibre de un MacDonals, que era algo que no había en las aldeas, equivalía a teletrasportarse al Madison Square Garden y participar en la fastuosa fiesta del ocio de la megalópolis. El metro, los multicines, los atascos, los conciertos de U2, el Virgin Megastore, las tribus urbanas, la última moda...a los ojos de un niño de pueblo, esos fenómenos venían cargados del carisma moderno que inevitablemente monopolizaba la ciudad.
No obstante, no todo el mundo pueblerino sueña con convertirse en Belén Esteban: en las aldeas y villas hay gente de todo pelaje, y por supuesto muchos fuimos desde la cuna excéntricos del terruño, paletísimos perros verdes. En mi instituto, sin ir más lejos, había incluso siniestros afiliados, que con sus guardapolvos negros y cardados peliteñidos parecían... de ciudad. Estaba claro que si tu ocpción personal de futuro pasaba, de uno u otro modo, por la singularidad, el peregrinaje solemne a esa meca que era la Capital era un paso inevitable en la biografía de cualquier marulo con ínfulas de excentricidad. Y lo que los heterodoxos rurales buscan en su migración urbana es encontrar un contexto muy similar a la Factory, que simbolizaba, en la era pre-internet, una idea (por otra parte ficticia) de comunidad creativa y de realización individual anestesiada contra las servidumbres sociales de las poblaciones pequeñas, y en la que el anonimato proporcionaba una infinita libertad de acción y palabra.
En 1990 el mundo rural era otro. Había únicamente dos canales de televisión, pero sus contenidos diferían en mucho de la actual papilla catódica: servidor se vió en tercero de BUP, y ojiplático perdido, un ciclo que emitieron en La 2 con la filmografía de, ni más ni menos, Paul Morrissey. Y aquello, a los ojos de un nerd mariquita y filoarty de la montaña orensana, era como asistir atónito a una aparición mariana: el underground urbano desplegaba sus alas en catacumbas descasarilladas donde pintores guapísimos y yonquettes de aspecto germánico bailaban a la Velvet como si fuese la cosa más normal del mundo. Había quien pensaba que lo mejor que había en la capital era el Museo del Real Madrid, pero para los pirados de pueblo y artistillas redneck en general, lo interesante de las ciudades eran sus diversas y oscuras Factories.
Hace poco me ví esa aberración que es "Factory Girl", espantoso biopic de Eddie Sedgwick que desvirtúa completamente el sentido que aquella estrafalaria cofradía de un modo necio e insultante, siendo la peor "película-con-Warhol" que he visto jamás. El cochambroso (y opulento) film confecciona una aproximación al tema que parece orquestada por la mente de, pongamos, Aaron Spelling, rozando y rebasando en mucho la frontera de lo kitsch: Warhol se retrata como un rarito molón, la Sedgwick parece un extra de 90210, y la recreación que se hace de Bob Dylan le acerca a cualquier pimpollo de portada del Superpop. Pero, al igual que en el brillantísimo momento Warhol de "Midnight Cowboy", se expone con meridiana claridad lo que constituye el hecho diferencial del concepto Factory: era una casa de acogida, un punto de encuentro para aquellos inmigrantes heterodoxos que no cabían en ningún otro lugar y que, a su manera, mantenían vivo el sueño de ser alguien en la ciudad, utilizando cada cual su particular estrategia de seducción. A algunos les bastaba con ser guapos, a otros bailar bien, muchos hacían performances e incluso había quien pintaba. Cada cual era de su padre y de su madre, y supongo que nadie se preguntaría por los orígenes y el pasado de los demás cofrades.
El concepto Factory, sin embargo, no nació en NYC de la mano de Andy, porque a su manera siempre ha estado ahí. El Cabaret Voltaire en los años dadá a buen seguro funcionaba de un modo muy similar al del loft neoyorkino de Warhol, con artistas y mariliendres reivindicando su propia excepcionalidad. El Café Momus de París aglutinaba en la era de las vanguardias a bizarros donnadies con ganas de imponer la ley de lo singular. Incluso la Corte de Felipe IV y los Austria del Siglo de Oro acogería a parias como el sevillano Velázquez, que vete tú a saber si no tenía la misma ansia cosmopolita que el joven Warhol. Lo mismo se puede decir de la Florencia de los Medici y su díscola concurrencia indie, el impresionante círculo que se reunía en el Café Museum de Viena, el piso de las Costus en el Madrid de la movida (siendo ambos gaditanos empadronados en la castiza capital), y tantas y tantas archidiócesis de la singularidad a lo largo del tiempo y el espacio. Es probable que incluso el círculo ateniense de acólitos de Sócrates funcionase asimismo como refugio plural para los librepensadores con espíritu asociativo, de los que este griego fue uno de los primeros representantes: no olvidemos que en su día Sócrates era considerado un ente subversivo por parte de las esferas de poder de la ciudad, hasta el punto de que fue condenado a muerte por su pasotismo respecto a los cultos religiosos de su tiempo y lo descarado de su comportamiento. En las polis griegas, no nos engañemos, ya estaba casi todo lo que tienen las ciudades ahora, y por supuesto que en los más oscuros rincones de sus ágoras se reunían los artistas con sentimiento Factory.
Ahora bien: ¿dónde están las Factory de hoy en día? Supongo que en internet. En una ciudad como Coruña, lo más parecido que llegó a haber en tiempos recientes fue el círculo creado en torno al Bar de Juan, pero en cuanto sus acólitos tomaron consciencia excesiva de su condición de modernos y muchos se profesionalizaron, la magia y espontaneidad de los inicios se transformó en rutinario postureo con escasa capacidad de sorpresa. Morir de éxito, ese es el gran talón de Aquiles de todas las Factories provincianas que, lo llevan en su código genético, nunca consiguen emocionar más allá de un par de temporadas: siempre son fruto de un determinado zeitgeist que establece la hoja de ruta escondida con su planteamiento, nudo y desenlace. Son necesariamente efímeras.
A todos nos hubiese gustado vivir algo parecido a ese espíritu comunitario de individualistas, pero uno se da cuenta de que este tipo de lugares tienen un poco de tontería: su misión es que los excéntricos puedan no sentirse solos y poner en común sus más locas ideas, pero con los años uno va aprendiendo a hacer las cosas a su manera y, sin ningún problema, en soledad. No sé, son otros tiempos e intuyo que las Factory del futuro serán virtuales: los perros verdes compartirán idiosincrasias en oscuras redes sociales, frikeando en las sombras y desde sus dormitorios, sin necesidad de mudarse a una ciudad porque (ahora lo saben incluso en las aldeas) en El Corte Inglés las cosas son más caras que en el supermercado de la esquina. Y de peor calidad.
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Definitivamente, lo peor de Factory Girl es Dylan. Pero la que hace de Nico tampoco se queda atrás.
ResponderEliminarjajajajaja, es lo más, insuperable, mira la cara de los que la usan
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=E9_amg-Aos4
-x-
uy, y los vídeos asociados no tienen pérdida tampoco, el de la máscara antiaging es genial.
ResponderEliminara Jason le dejaron provocó la varicela :)
ResponderEliminar-x-
jajajajjaaaaa...buenísimo Xose
ResponderEliminarMejor esto que dejaste hace tiempo en el flog, no hay quien lo supere:
http://www.fotolog.com/adidas_rotos/67284233
Una pregunta: ahora hablas como Yoda?
Cesáreo...Pues a mí con todo esto que cuentas me pasó al revés
ResponderEliminarQuizás, quizás las Factory del futuro serán virtuales, pero entonces ¿qué pasará con el viaje? ¿qué con la valentía de dejarlo todo? ¿qué con ese ritual de paso?
ResponderEliminarNo sé, ese dejar algo atrás (pero físicamente, no simbólicamente) ese no poder volver con las manos vacías, ese armarse de valor... se me antoja imprescindible.
Las hogueras de vanidades, las hacía mi abuelo en el pueblo, una vez me quemó un madelman, no sé que lujo veía en el artículo, a lo mejor pensaba que le iba a hacer vudú con esa pinta de zombie que yo tenía...
ResponderEliminarPor cierto ayer no fuimos al cine, vamos hoy, me tragué la premier y los 3 primeros capítulos de V: Es malísima.
Abuelita:
ResponderEliminarSí, en eso tienes razón, pero es el signo de los tiempos. De todos modos, en arquitectura se habla mucho de la "sociedad nómada", especialmente transeuropea, así que quizás en el futuro un modo de reinvención consista en el apego a los orígenes, ahora que todo el mundo traslada su domicilio sin mutar apenas su visión del mundo.
V:
como que malísima??? pues yo estoy enganchao!!! ya escribiré, se sacan conclusiones interesantísimas sobre la evolución de la idea de "ficción" en estos 25 años entre v1 y v2, a mí me fascina cómo ha evolucionado el concepto "visitantes", tiene mucha miga...
Respecto a lo de la factory, ya sé que tú eres de los que consideras que este tipo de gente "va de guay", "es todo pose", etc. Donde hay una factory, se escuchan ese tipo de reproches un tanto arcaicos, que son la forma más integrista de atacar a la diferencia: tachándola de impostura.
Joder neno: así piensas de mí?, pues estamos apañaos...me acabas de dejar flipao , boquiabierto...yo ataqué muchas veces la tontería de algún performancer, pero de ahí a sacar esa conclusión, la verdad que me dejas atónito, eso reflejo?...no te voy a discutir lo contrario: allá tú
ResponderEliminarreproches arcáicos...atacar la diferencia, pero si llevo toda mi vida atacado por ser "diferente"...uy tío pero tutás majara...mejor, me callo...es más, me callaré largo tiempo, acabas de tocar mi tendón de Aquiles, me revienta que se malentienda mi forma de ser.
D e c e p c i ó n.
tranqui victor, no te vayas enfadado porque entre tú hoy y yo ayer esto iba a parecer un páramo, más que una factory, que es lo que parece que en última instancia el autor quiere que sea esto.
ResponderEliminarCreo que observer se refería a mi más que a ti. Yo si pienso eso que él dice. Es más, pienso que todos somos una pose, una impostura, y cuanto antes lo asumamos mejor. Yo ahora tengo la pose de tocacojones, es mi papel aquí. Viendo que cuando disientes no se te respeta, mi pose es esa, tocar los huevos al soltero de oro. Si se diera el caso que mi postura tuviera seguidores nos juntaríamos, nos haríamos unas fotos cool y redactaríamos un manifiesto.
Es increíble a alguno qué poco les ha servido salir del pueblo. Cuando veo a pepeblanco envuelto en su traje de ministro no puedo evitar imaginármelo-proyectarlo- en un bar del casco de lugo tomando vino en una taza. Nunca debió irse. Vuelve al pueblo, pepe. Vuelve al pueblo, césar. Solo allí es posible participar en granjero busca espos@.
;)
LFTL
1. si montáis un dúo, recordad que el nombre Milli Vanilli ya está cogido.
ResponderEliminar2. También está cogido el dominio www.dada2000.blogspot.com pero creo que sigue libre el www.surrealismo2000.blogspot.com
3. Hay quien ve caras, y hay quien ve copas, según le convenga, allá cada cual y si historial.
4. Casa rural.
el chiki chiki mola mogollón...
ResponderEliminar...
1. el breakindance
Esto sí que es una factoría:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/fotografia/Javier/Marias/escritor/elpdiacul/20091119elpepicul_3/Ies/
No le falta de nada, Mac, ipod, iphone...cualquier gadget del XIX que se te ocurra lo tiene el bueno de marías. ;)