martes, 17 de noviembre de 2009
Fondo y figura: "2012" y la Copa de Rubin
Rothko y Pollock.
La mala educación, de nuevo. Una de las más inquietantes (por no decir desconcertantes) singularidades del capitalismo liberal es su absoluta complicidad con el paradigma cultural del "expresionismo", desde una lectura crítica de la historia del arte que, no tengo muy claro por qué, se centra en lo que éste tiene de exhibición de la pasión humana. En el estado de las cosas que Fukuyama consideraría el fín de la historia, el arte quedaría reducido a su condición de expresión del yo: un arte sentimental, siempre expresionista, centrado en el discurso de los humanos sobre los humanos. Ese consenso inconsciente sobre el papel del arte en la vida ha estado presente en nuestra educación desde todos los frentes: en el colegio, en Hollywood, en la universidad, en el Rockdelux, el buen arte es aquel que dice algo sobre el alma humana, e insisto, dicha óptica está estrechamente vinculada al capitalismo, por las razones que sean. Otras estructuras sociales tuvieron otra forma de leer el arte.
¿Cual es mi problema con dicho paradigma? Freud me abrió las puertas a una percepción de las cosas en las que el humanismo clásico ya no tiene sentido, y casi todas mis lecturas posteriores me han enseñado que el expresionismo tal y como lo conocemos, queda fuera del discurso cultural contemporáneo, en la medida en que el hombre, en el sentido de la ilustración, es una idea completamente superada. La lectura popular y populista de Rothko y Pollock representa una desnaturalización del arte abstracto muy a medida de los requerimientos de los suplementos dominicales: gustan por su pasión . La cultura del rock permanece encallada en el arquetipo del "cantautor confesional" (sea en solista o en grupo), el cine y la literatura siguen valorándose únicamente en función del interés de sus personajes. Parecería que el nucleo duro de la historia del arte, desde el modelo cultural que nos rodea, fuese la expresión de los sentimientos (de una u otra índole) acorde al modelo religioso de lo humano (como ser libre, como yo consciente, como deudor de una moral natural....). En ocasiones al respecto de indivíduos, y a veces de colectividades, pero la lógica expresionista es la misma. El pensamiento y la ciencia hace ya tiempo que han superado esa limitación: el antropocentrismo sentimental es un círculo vicioso que hace ya mucho tiempo que ha agotado sus caudales.
Fondo y figura.
Ya sabréis el modelo clásico de la Gestalt según el cual nuestra percepción de las cosas distingue siempre entre fondo y figura. Arriba dejo la típica imagen con la Copa de Rubin: si uno pone la tilde en el negro, verá una copa; si el ojo prioriza el color blanco, verá dos caras enfrentadas. Es una cuestión de acentuación, que nos sirve para estructurar el mundo discretizándolo en objetos y escenarios, y dicha imagen lo expresa de modo muy sencillo y comprensible.
Pero en realidad, la copa de Rubin proporciona en su condición esquemática mucha más información de la que a priori podría parecer: es un diagrama fabuloso que expone a las mil maravillas la pluralidad hermenéutica en la lectura de todo hecho cultural en función del lugar en el que situemos el acento. Creo que las obras de arte más interesantes son aquellas en las que, en función del cambio de acentuación con las que las analicemos, proporcionen lecturas más variopintas.
Lo habitual en la cosmogonía indie (que la hay, y es la nuestra) es poner el acento en los personajes como sujetos sociales y sentimentales. Hablamos de cine en función de la calidad de sus historias, y de éstas en función de su capacidad expresiva, en términos no muy lejanos a los de Kurt Hiller. (Apunte con mala leche: ¿qué queda de Los Planetas si quitamos el acento en lo sentimental y lo ponemos, por ejemplo, en los armónicos, la gestión del tiempo musical o el color del timbre? Muy poco, o nada). En esa lectura de la cultura, la figura es invariablemente la expresión del alma humana, sobre fondos muy diversos: fijaos en esta interpretación de Rothko, que es la habitual. Aquí, se cree que el color es el fondo, y la figura sería la invocación de una cierta emotividad. Pero, ¿y si en realidad el cuadro fuese efectivamente color puro, y nada más? Leyendo a Rothko desde la estricta abstracción, no es necesario la invocación de nada, los cuadros no son metáforas, ni representación de ningún motivo o realidad que esté fuera del lienzo: nos han enseñado a ver caras enfrentadas, y nos estamos perdiendo muchas copas.
2012 / Post humanismo
Estoy encantadísimo con las nuevas generaciones de críticos cinematográficos americanos, que muy sagazmente y desde trincheras que nada tienen (al menos, no vocacionalmente) de vanguardistas, analizan las películas desde ópticas muy interesantes en los que los acentos se colocan con una sensibilidad diferente, por puro agotamiento del humanismo a lo Cahiers du cinema. Esa crítica europea encantada con el cine de los Dardenne o la Martel (manierismo tétrico que confunde realismo con miserabilismo), los paternalismos etnográficos del cine del tercer mundo (al que se le exige exotismo y deje marxista ) o los "documentales de denuncia" cargados de bromuro, se echa las manos a la cabeza cada vez que un film de Will Ferrell o Michale Bay recibe 5 estrellas en el New York Times o el Hollywood Reporter. Obviamente, porque buscan dos caras donde sólo hay una copa.
El cine de efectos especiales es un arte con identidad propia, en el que lo humano (hermosa cita de Zizek filtrada por Jordi Costa) no es más que un despojo biológico en el paisaje del deseo. Como el arte abstracto, no es un cine de historias ni de personajes: la figura es la adrenalina, el desbordamiento adrenalínico, el estricto puñetazo en el estómago. Para leer el cine de acción, y quién sabe si todo el cine verdaderamente nuevo en realidad, el acento se sustrae de los protagonistas, que pasan de ser la figura a ser el fondo. En 2012, John Cusak es el escenario, y el fín del mundo es el personaje central. En el cine posmoderno, lo humano es el territorio en el que tienen lugar los acontecimientos.
En ese sentido, he disfrutado muchísimo con el film, como todo el cine del inimitable Roland Emmerich, que tan bien ha traído a la sensibilidad blockbuster, con métodos cercanos al surrealismo en estricto sentido histórico, el estado de ánimo de la desterritorialización. Recuerdo un texto de Houellebecq en el que hablaba de la extrañeza que se producía en el mundo oficina cada vez que un corte en el suministro eléctrico obliga a abandonar el trabajo: la percepción del tiempo y de la vida cambian, la actividad se para, la extrañeza respecto a nuestra relación con el entorno nos descoloca y libera. Se produce un éxtasis muy cercano a una fiesta: es el estado previo a la anarquía.
La ciudad impone no sólo sus espacios, sino tambien sus dinámicas y sus rutinas: sin éstas, el espacio nos resulta absolutamente ilegible, diferente, ajeno. Esa sensación la vivimos todos el 11s: durante unas horas, estábamos fuera del mundo, nada era reconocible, el universo estaba parado y los acontecimientos habían puesto patas arriba nuestra sensación de lo real. De modo onírico. El derrumbe de las torres traía consigo un desmoronamiento de lo real.
Obviamente, en 2012 los personajes no son más que atrezzo, el necesario hilo conductor que sirve de excusa para el desarrollo de una escenificación fastuosa y deslumbrante de esa sensación de destrucción de las dinámicas que rigen la vida cotidiana. Incluso el fín del mundo no es más que una metáfora de la desterritorialización que sentimos cuando las sólidas e invisibles cuerdas a las que nos aferramos cotidianamente dejan de ser estables. ¿Quien no ha vivido su personal fín del mundo? Es una pelícola, por tanto, atmosoférica, un estado de ánimo mucho más que un desarrollo lógico de acontecimientos.
Pero va mucho más allá, y de ahí su valía: como se reconoce en la crítica del Washington Post (que otorga al film una puntuación de 100 en Metacritic) es la primera película post-post-11s. Es decir: una película de catástrofes completamente festiva. Las descomunales masacres que nos muestra (sin rival posible, las de mayor enormidad jamás filmadas) no se refieren a ningún miedo social inconsciente: Godzilla era metáfora del pánico nipón a los ataques nucleares tras el trauma de Hiroshima, pero 2012 muestra la destrucción de la realidad como un proceso casi liberador, y si me apuran, hasta positivo. Las escenas catastróficas están cargadas de poesía atmosférica, sin el menor atisbo de dramatismo, funcionando como un extraño y purificante ballet deconstructivo en el que asistimos atónitos y emocionados a la pulverización de absolutamente todo lo sólido y conocido. Esa poética de la destrucción como liberación es hilo conductor de toda la obra de Emmerich, pero aquí alcanza su mayor nivel de refinamiento: sobran algunos momentos finales de atrezzo (aquí, paradójicamente y sin ningún demérito, los personajes son meros accesorios) pero el conjunto funciona magníficamente como esbozo surrealista del estado de ánimo del que hablaba Houellebecq: el suelo se hunde (aquí, literalmente), y las grietas de la lógica de lo real se convierten en fallas en las placas tectónicas. Para percibir el encanto de este tipo de cine, sólo hay que buscar la copa escondida entre las dos caras.
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Me gusta la gente que logra explicar lo imposible, tú explicas tu percepción de la película e invitas a ello, hasta ahí puedo decirte: Si tú lo ves así, yo puedo llegar a verlo.
ResponderEliminarAhora, hay una cosa, si el discurso del creador de la peli fuera ese que tú tan brillantemente has sabido plasmar (esperaba tu crítica ansiosamente y te ha llevado, raro en tí, dos días publicarla, te ha costado) entonces me descubro, pero creo que lo que quiere plasmar Emmerich, según deduje en su entrevista es: espectáculo vertiginoso puro y duro...cine de entretenimiento, Blookbuster, cine del que a mí, personalmente también me gusta disfrutar, de hecho prefiero molestarme en ir al cine a ver esos derroteros que cualquier película, digamos "seria".
El discurso de R.E. difiere mucho de esa visión elitista tan poética que has querido ver en 2012, y, repito no me molesta en absoluto tu percepción, la aplaudo. Lo que si me molesta es que le cuelgues medallas al bastardo de Emmerich ya que creo que no se las merece. Creo que Emmerich no sabe paralelizar las dos historias que denotan sus películas: La destrucción y sus personajes principales.
La destrucción la maneja a las mil maravillas, en la crítica que José Arce (mi crítico de películas de ciencia ficción favorito...(Ahora pondrás el grito en el cielo, supongo que no estarás de acuerdo)) hace de 2012, aplaude ese espectáculo vertiginoso que es la película y explica muy bien lo que quiero decir...como siempre la caga (Por Dios, ese final, es un corte de digestión relentizado)...creo que no sabe rematar los finales, digamos, "Humanos" de las películas y ello denota que es un pésimo guionista, los mayas le dieron la llave y el la caga escudándose en el burdo espectáculo visual.
A Godzilla, para mi forma de verlo, se la come por todos los lados "Cloverfield"(obra maestra), en Cloverfield (monstruoso) se podía atisbar ese tufillo catástrófico al 11 de septiembre, el cual tildas de coartada...pero entre los atributos de Cloverfield hay unos personajes que su director sabe llevar, sus personajes son creibles, en ningún momento dan la impresión de actores en medio de ese magma de efectos visuales ( Para mí gusto mejorables, emmerich debería aprender mucho de Final fantasy).
Independence day, en lo que te digo, otra basura, como tantas otras.
Daría gusto unir forma y fondo y disfrutar al unísono de una buena película...R.E. con todos sus argumentos lo tendría fácil si tuviera un mínimo de buen gusto.
Te dejo a José Arce, que lo disfrutes:
http://opinion.labutaca.net/2009/11/14/2012-roland-emmerich-casi-lo-consigue/
Uy, pues para mí su manejo de los clichés es ejemplar... Obviamente, sus personajes no tienen vocación de realidad, sino de tipismo: no están extraídos de la realidad, sino de otras películas, en una actitud cercana a la parodia.
ResponderEliminarPor ejemplo, el protagonista divorciado que se gana a sus hijos es un claro guiño a "La guerra de los mundos", y del mismo modo el resto no son personalidades rales, sino figuras de ajedrez: peones, alfiles, torres... Conscientemenet se renuncia a ningún tipo de pretensión de "cine creíble con psicologías lógicas", porque hollywood no va de eso, nunca lo ha sido. Ya lo digo en el texto: los personajes son ele scenario, una excusa, un contexto, porque el protagonista es eso. Por ello se acentúa lo tópico de sus características: para que nuestra atención no se centre en ellos.
Emmerich me encanta en todas las que he visto, independece me flipa, godzilla me enloquece, el día de mañana me parece magistral... va mucho de mi rollo. Leeré la crítica que mencionas.
Por cierro, Cloverfield me gusta mucho por el mismo motivo: los personajes son conscientemente ridículos, salidos de "Sensación de vivir" (recuerda la escena de la fiesta, con los comentarios en plan "a fulanito le gusta menganita" y estupideces geniales por el estilo). Ambas pelis ponen al protagonista en un segundo o tercer plano, el hueso es otro.
Por cierto, pensaba reescribir la crítica porque me quedó un poco confusa, la hice a toda prisa hoy por la mañana (ayer dediqué mi rato blog a informarme sobre los matrimnonios de los famosos) pero veo que tú pillas mi punto de vista, así que paso de retocarla.
Tienes razón en lo de Cloverfield, pero no es el principal de sus miles de atributos, además creo que sus personajes son más "creíbles"....no sé, quizás se me corte el rollo con el careto de estreñido de Cusack o no entiendo ese humor, quizás a modo de contraste, que tienen los personajes de 2012. Arce lo dice muy bien en el enlace "R.E. casi lo consigue", pues podría haberlo hecho ya...Mecagüen...
ResponderEliminarjoder acabo de ver críticas que hay por ahí en los blogs y son supercutres, la gente no se lo curra nada, sueltan la primera parida que se les ocurre, unos topicazos increíbles. Oye, a ver si actualizas! me voy al gym, que hoy toca pierna, además hace sol y habrá mucho speedo por allí :-D
ResponderEliminarSiguiendo con los chistes, muy bueno el chistefoto referente a Koolhash que cierra el otro post... a éso, en psiquiatría, se le llama trastorno bipollar =)
ResponderEliminarMe voy a engullir nutrientes.
por cieto, de cloverfield me jodio que se vea tan poco al mosntruo. sé que es parte del encanto de la peli, rollo "mostrar poco para que de más miedo", pero como superfan de los bichos me hubiese molado mucho verlo bailar brakdance por Broadway y Wall Street.
ResponderEliminarlas del fin del mundo la sveo todas, sean de zombies, epidemias, monstruos otsunamis. me encantan, me recuerdan el texto de houellebecq. la sensación de quetodo se ha jodido y el mundo es un terreno virgen en el que empezar de nuevo
Ya...por eso tu blog suena brillante.
ResponderEliminarBueno, lo dicho, me voy a comer, no tu polla.
Eso de Cloverfield pertenece a su propia publicidad, y es parte de su encanto... recuerdo que muchos andábamos locos buscando por la net alguna foto de el monstruo, en USA arrasó la peli y en el trailer no salía...En la peli se ve al final y en algunos tramos de refilón...era una visión subjetiva de la cámara de vídeo y a la vez una metáfora sobre el no atreverse a mirar de frente a lo desconocido, al terror...Todo ello creaba una ansiedad que aderezaba magistralmente la película, creando una genial atmósfera.
ResponderEliminarConseguía que el espectador se metira en la película, es como las Meninas.
ResponderEliminara mi las peliculas de "se acaba el mundo" no me pueden molar más, intento verlas todas..
ResponderEliminarla de 2012 me gustó mucho salvo pro ciertas ñoñerías de los personajes..
estoy de acuerdo contigo, cesar, en todas lo quie has escrito.
mañana si quieres lo hablamos delante de una cervecita sohera...
raquel
Se me olvidaba: investiga sobre la nueva peli de James Cameron que se llama AVATAR (Con diez años de retraso), la estrenan justo dentro de un mes y parece que no tiene mala pinta...Hay realidad virtual de captura de movimiento a patadas.
ResponderEliminarJoder se acaba de mudar un vecino al piso de abajo que es arquitecto y al parecer, según oigo es beguiner de trombón o tuba...
Me voy a tomar algo, después a Guiti con Ise y quizás me acerque a Lugo a ver 2012, el otro día Ise no la vió por la calidad del archivo... esta vez en pantalla grande y con dolby surround.
Ya actualizaré, no me presiones, estoy bloqueado.
avatar habrá que verla en 3d, pusieron el railer y las imágenes del puto planeta tienen buena pinta
ResponderEliminarSi la vemos juntos prometo hacerte una foto con las gafas 3d puestas a modo de "Société du espectacle" =)
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarVi el filme. Me gustó mucho. Las copas están muy bien. Sobran caras, pero me gustó.
De todas formas el impacto que genera la película creo que tiene poco que ver con esa euforia propia de los primeros instantes de caos, no veo nada parecido a esa alegría pre-anómica de la que hablas. Lo normativo, lo sistémico, lo moral, siempre está ahí, nunca se va la luz de esa oficina.
Hay una imagen que para mí representa lo que quiero decir: esa en la que se ve la planicie californiana convertida en gelatina, con su tectónica convertida en oleaje. Me parece una imagen muy onírica, muy poética.
ResponderEliminarEfectivamente, sin duda el tipo de cosas que me hace sentir no forman parte del plan de Emmerich. Pero su lenguaje funciona muy bien conmigo: personajes que no quieren salvar al mundo sino a sí mismos, conspiranoia, los interludios en el barco o el avión... los defectos son los menos posibles en un film de 135 millones de euros que, inevitablemente, imponen sus condiciones.
Ha dado Vd. en el clavo porque hasta hace no mucho se descubrió que tanto Pollock como Rothko, entre otros, estuvieron a sueldo de la CIA.
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