jueves, 11 de marzo de 2010

gente. 3



D I F E R E N C I A / R E P E T I C I Ó N :
L O S E R R O R E S C U L T U R A L E S


La gente es una entidad biológica, en principio, muy versátil: es capaz de sobrevivir en las estepas de Siberia y en los desiertos de Afganistán, de atravesar océanos y coronar todos los ochomiles del planeta. Su constitución física no es, sin embargo, especialmente fuerte. De hecho, es significativamente débil: su piel soporta muy mal los cambios de temperatura, cuando ingiere alimentos crudos (especialmente cárnicos) le producen indigestiones, carece de colmillos o garras con los que defenderse de los demás habitantes de u hábitat. Su físico no está ni mucho menos entre los más prodigiosos de la naturaleza.
¿Cómo es posible entonces que la gente haya colonizado todo el planeta, y sueñe incluso con conquistar el universo? Gracias a su mejor herramienta de defensa y ataque: la cultura. La gente es un animal cultural, único en el cosmos. Gracias a la cultura es capaz de producir un hábitat a su medida (arquitectura), alimentos a su gusto (cocina), construirse pieles contra las inclemencias meteorológicas (vestido), y lo más importante, de edificar una estructura mediante la cual sus individuos pueden trabajar como una entidad única: el lenguaje, que es el “pegamento” de la gente y el canal a través del cual difunde su cultura. Muchos filósofos y psicólogos creen que el lenguaje es el vehículo de la conciencia, y que la gente es tal en la medida en que habla y, de ese modo, comparte. Otros, sin embargo, creen que es un arma de dominación y sometimiento.
Darwin propuso una teoría de la evolución en la que la vida avanza gracias a infinitos cambios genéticos, a errores de ADN (producidos por las radiaciones solares que generan pequeños cánceres en las cadenas de proteínas) cuya consecuencia es la perpetua reinvención de sí misma. Haga frío o calor, sean tiempos de lluvias o sequías, la vida encuentra siempre formas a través de las cuales sobrevivir.

También la cultura muta continuamente para adaptarse a las contingencias espaciotemporales. Hay una cultura (un idioma, una tecnología, una estética) para el desierto, otra para las montañas, otra para los mares. Hay culturas mineras, culturas nómadas, otras agrícolas y otras selváticas. Esas mutaciones de lo cultural derivan en infinidad de caracteres y costumbres que afectan a todos los niveles de la vida (lo social, lo sentimental, la ciencia, la subjetividad), de las cuales la nuestra es tan sólo una más de todas las posibles. Cultura es adaptación al medio, producción de un nuevo medio, y readaptación a ese nuevo medio producido. Así, al infinito. Es imprescindible su diversidad para que, en caso de colapsar una estructura cultural, existan alternativas a través de las cuales la gente pueda sobrevivir.
La esencia de lo cultural es, por tanto, la mutación constante para adaptarse al espacio y el tiempo concretos. Y esas mutaciones proliferan mediante un proceso que consta de momentos de diferencia y momentos de repetición: de repente, nace un individuo con, pongamos, tres brazos (momento de diferencia) y si esa nueva característica resulta provechosa, se reproducirá en nuevos individuos (momento de repetición). Eso es el Darwinismo, en el que el cambio toma cuerpo a través del error, la rareza, la excentricidad y el ensayo, y la proliferación de aquello capaz de perpetuarse. Lo mismo sucede con la cultura: el loco sueña un imposible (diferencia) y cuando su idea se confirma provechosa pasa al archivo cultural de la gente (repetición). Los locos son los que hacen que el mundo cambie, los que proponen ideas a priori erróneas que funcionan como ensayos por el bien de la gente. La locura es el think-tank de la sociedad, su laboratorio. El loco intenta cosas disparatadas, y cuando éstas funcionan, la gente las vampiriza. Ese es su trabajo. La cultura nace de la diferencia, y la diferencia nace en la locura, y la locura trabaja desde el underground.

Dos momentos: diferencia y repetición. Invención de lo nuevo, hasta que se clasifica y se vuelve clásico. Sin síntesis posible: permanente tesis y antítesis, eterna crisis de la gente a través de las individuaciones. Ambos estadios son necesarios: sin uno no hay cambio, y sin el otro no hay no hay difusión. Los arquitectos solemos quedarnos con el momento diferencia, nos creemos artistas, pero lo sistemático de nuestro actuar (es un trabajo que se legitima siempre a través de referentes, es alienado), lo único que hacemos es repeticiones inconscientes. Los arquitectos tenemos un canon consensuado de “lo que es bueno”, y la locura no es tolerada en la profesión. Por eso no hay progreso real: no hay diferencia, las singularidades son siempre epidérmicas. El problema es que la cultura arquitectónica moderna nació en un hábitat determinado (la tecnología era diferente, las ciudades tenían otra escala, la sociedad se articulaba de otra manera) y aún no se ha adaptado a los condicionantes del presente. Pero, por lógica darwinista, lo hará: la cultura siempre encuentra modos de adaptarse al medio, y esta vez no va a ser menos.
La diferencia no siempre es revolucionaria: suele darse en los detalles puntuales, y desde ahí crece. Alguien, por casualidad, deja un hueco en un muro, y nace la primera ventana de la historia. Lo diferente siempre aparece en un contexto de repetición, ambas van de la mano. Pero es la gente la que quiere repetir: tú quieres que el café de hoy sepa como el de ayer, hasta que un loco encuentre un café nuevo capaz de convencerte. Y digo “loco” porque considero que inventar necesita siempre del delirio. Y de la subjetividad, y la singularidad. Inventar cultura es optar por lo inesperado, por aquello que no está en la gente.
El individuo produce la diferencia, y la gente produce la repetición. Esto es simplificar demasiado, porque cada sujeto es un ser social, pero su capacidad de inventar, de diferenciar, le singulariza de entre la gente. Y mucho más cuando se equivoca.

8 comentarios:

  1. La gente acomplejada es la que tiene complejo de inferioridad, la que cambia de chaqueta (Tu caso) para arrimarse a donde mejor le venden la moto, Tendencioso.
    De gominas entiendes un rato pero de Fútbol ni idea, pamplino verino.

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  2. Vete a la puta mierda y hasta nunca subnormal

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  3. Muy bueno (lo de la diferencia y la repetición).

    Y lo de la gente y el individuo también. En los adolescentes se ve de una manera tremenda, tal vez por ser una fase de adaptación donde todo está aún sin matizar y sin asentar.

    La dialéctica individuo / gente es realmente fascinante...

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  4. Te equivocas, escapo de la mierda. Ni si quiera oso a meter mi polla en los conductos pertinentes.
    Haré caso omiso, eso sí, aquí te quedas, Tolai de cartabón...Pamplina crónica.

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  5. pues cuando quieras olisquear buen aroma, avisa y te guardo un poco cuando plante un buen pino, chaval, tengo cacotas madridistas para dar y tomar.
    yo paso de la mierda culé, no me gusta su hedor a nazismo nacional-modernista. ¿Pamplina? ponte mirando a Pamplona...

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  6. Por cierto, hay un libro de deleuze que se llama "diferencia y repetición" pero su uso de esto términos va por otros derroteros. voy a leerme este texto ahora, pues hoy me toca estudiar la imagen cinematográfica :
    http://www.filosofia.net/materiales/articulos/a_13.html

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  7. cesarín, te llamé ahora y no tuve respuesta, si queires quedar a partir de las 19.30 dime sitio y me acerco.
    sino otro día.
    besos
    ra

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  8. hace tiempo leí un libro muy interesante que trataba de eso que hablas (lo siento, no recuerdo ni el título ni el autor); decía que los movimientos culturales de la humanidad se basan een el concepto de repetición, de serie, y de "cisma", ruptura, o fin de una serie, que significa el comienzo de una nueva serie... todo en la historia del hombre, según este libro, se haproducido de esta manera

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