lunes, 1 de febrero de 2010

"Oriente" no existe

Hace un tiempo en las jornadas de hermenéutica y arquitectura de Lugo, la bizarra Teresa Oñate tuvo la osadía de acusar al mismísimo Aristóteles de las peores cafradas de la inquisición, Stalin o Hitler, la sempiterna abyección europea: según ella (y los filósofos de su palo), Occidente es una cultura que lleva la violencia, la guerra y la crueldad en su código genético, frente a esa presunta reserva espiritual del Ser Humano que sería el evanescente Mundo Oriental. Es un tópico muy socorrido entre los intelectualos más pesimistas: Europa es lo peor, estamos corrompidos y echados a perder, mientras que por la parte de la China mantendrían una especial armonía con la naturaleza y el cosmos, una condición muy profunda y ancestral del Ser-En-Sí y el Estar-En-El-Mundo. Ese topicazo absurdo es, como digo, muy socorrido cada vez que un pensador quiere ponernos a caer de un burro por nuestra condición de occidentales materialistas, frente a la sobria sabiduría milenaria de nuestros congéneres amarillos. Tópico que además está funcionando muy bien en las grandes superficies y su recurrente cita anual con la Semana Oriental del Cachivache Exótico: la fascinación por oriente vende muchas alfombras y llena los gimnasios de Tai Chi y Aqua-Yoga de nuestras tristes suburbias.
En dada2000 no nos creemos nada: desde nuestra religiosidad Pop, somos plenamente conscientes de que el ciudadano de más allá del Mekong es tan vulgar, estúpido, mediocre y guerrillero como cualquier oriundo de Baltimore, Karlsruhe o Pontevedra. No nos creemos la idea mítica de ese Oriente Sagrado, que desde Marco Polo nos ha acomplejado como agresivos europeos imperialistas. Ilustrativa a este respecto es, por ejemplo, la historia de la política china: su gran icono imperial es el señor Qin Shi Huang, un esquizoide dictador que saca los colores a las más incomprensibles atrocidades de nuestros muy occidentales fascismos: este sátrapa tenía ocurrencias tan espirituales como poner a 700.000 campesinos esclavizados a construir la Gran Muralla China, proyectito que supuso 20 siglos de trabajos forzados y que se cobró millones y millones de víctimas. Pensad que en su momento álgido, ¡¡llegaron a construirse 6000 km en 12 años!! Un prodigio ingenieril que se puede ver desde el espacio, pero asentiréis conmigo en que tiene muy poco de poético o trascendente. Otra loquísima ocurrencia de semejante chalado fue construirse 7000 soldados de terracota para que le defendiesen de los espíritus una vez hubiese muerto: a los turistas les hace mucha gracia fotografiar tan curiosa colección de figuritas, obviando el hecho de que en su elaboración murieron decenas de miles de soldados anónimos. Nos pongamos como nos pongamos, y diga lo que diga el milenario Tao Te Ching, este emperador (como todos sus violentos sucesores) era un auténtico capullo a quien lo último que le importaba era el bienestar de su pueblo.
Si la historia política oriental es una continua sucesión de guerras, migraciones e imperialismo (no entremos a hablar de Japón: más que un país al uso, es un gigantesco campamento militar), tampoco sus religiones tienen nada que nuestro castizo catolicismo deba envidiar. Cuando vemos en Documentos TV esos apologéticos reportajes en los que la vida monacal en templos nepalíes parece poco menos que un contacto directo con el Más Allá, pensamos que se trata de una espiritualidad elevada, más respetable que la nuestra, digna de la más reverencial admiración y de la que deberíamos aprender mucho. Sin embargo, todo depende del cristal con que se mire: allí, por ejemplo, tienen a niños en edad preescolar sometidos a espantosas disciplinas cuasi-militares y vejantes, que incluyen divertidas jornadas de ayuno penitente, acompañadas con largas noches meditando en las gélidas nieves del Himalaya, o una castradora y delirante prohibición de todo deseo físico, demonizado al más puro estilo bíblico. Tontamente y hippilondios mediante, Siddharta (un mesías tan kitsch e infantil como puedan serlo Mahoma o nuestro Jesucristo) es un icono contracultural en occidente, de la misma manera que ese friki que es el Dalai Lama nos parece algo así como un entrañable Supersabio cargado de autoridad moral, cuando en realidad es algo así como el Ratzinger de ojos rasgados. ¡Nosotros, al menos, no obligamos a nuestros monaguillos a pernoctar a la intemperie! El budismo tiene sus puntos de interés, si bien es una cultura que promueve la negación del deseo, la sumisión y el desinterés por lo mundano: es tan puritana como la religiosidad europea, y su inicial pacifismo no ha impedido que los conflictos bélicos hayan sido moneda común en los países donde es mayoritario. Allí, las “máquinas deseantes” deleuzianas están tan alienadas como las de por aquí.

¿Queréis más religiosidad oriental kitsch? Pues no hay más que pensar en el respetadísimo Yukio Mishima, escritor casi endiosado en Europa y que no es más que una versión nipona de Pasolini o Goytisolo. Este literato tuvo en los 70 a la inteligencia europea bebiendo los vientos por él, dado lo exótico de su biografía y obra: nosotros sin embargo lo consideramos un icono trash. Su obra es una versión japo de las teorías freudianas de Eros y Thanatos, una morbosa y tétrica poetización del sexo chungo, el dolor, el honor y la muerte. Este facha (chicos, eso no hay quien lo dude: Mishima era un fascista con todas las de la ley), gay fascinado por los machotes samurais, tuvo la metafísica ocurrenciade montar una secta-ejército sodomita de sumisos espadachines con los que llegó a organizar numeritos tan espirituales, sangrientos y bizarros como su propio hara-kiri, que fue una escenita p-a-t-é-t-i-c-a: resulta que su ritual suicidio seppuku no salió bien, y el momento en el que se le corta la cabeza ¡hubo de ser repetido varias veces porque el encargado de hacerlo no acertó al primer intento! Con lo cual la ceremonia terminó en un espectáculo bochornosamente sangriento en el que la mitad de sus súbditos se pasaron un buen rato intentando que el gran Maestro pasase a mejor vida.
Otro tópico suele afirmar que el cine oriental es más delicado y penetrante que el nuestro. Un panoli como Juán José Millás se tira de los pelos hablando de la decadencia de nuestro séptimo arte mientras supone erróneamente que allí los adolescentes van al multicine a ver los clásicos de Ozu, Imamura y Kurosawa, pero nada más lejos de la realidad: el cine popular asiático es infinitamente más garrulo que el nuestro. Hubo un tiempo en el que tropelías como las pelis japonesas de Godzilla era consideradas como algo casi intelectual en Europa, cuando en realidad son astracanadas mucho más absurdas y cutres que el más casposo subproducto de Steven Seagal. Por no hablar del cine de artes marciales de Hong Kong, del que fui fanático de niño: mientras los yankis producían pelis tan zafias y chirriantes como “Guerrero americano”, sus equivalentes orientales eran mucho más locas, exageradas, bizarras y horteras, lo cual es mucho decir. A este respecto, os remito a cualquiera de las películas que rodó Jackie Chan en su etapa hongkonguera, que son delirantes y excesivas sobredosis de batallas sin pies ni cabeza, argumentos ideados con media neurona, y estética kitsch en grado sumo. Bollywood es asimismo la meca del cine más patético y basuril, una factoría que produce Films como churros en los que se mezcla anacrónico musical yanki, argumentos de culebrón venezolano, machismo sonrojante y guiones carentes de interés: ¿por qué goza esa injustificable respetabilidad entre nosotros? El que busque la elegante delicadeza de ese oriente que no existe más que en nuestras fantasías, mejor que no acuda al cine pop asiático, porque como digo es infinitamente más cochambroso y mediocre que el nuestro: mayormente son películas que, si no las ves, no te lo crees.
Incluso entre los modernos existe cierto snobismo en torno a lo oriental: se presupone por ejemplo al ruidismo nipón un plus de autenticidad respecto al nuestro (los discos de Merzbow, sin embargo, son de los menos interesantes del género), del mismo modo que los cineastas underground chinorris se analizan con una reverencia un tanto excesiva: ¿no son acaso las pelis de Naguisa Oshima (especialmente las delirantes “El imperio de los sentidos” y “Max, mi amor”) algo así como la traducción orientalista de las payasadas verdes de Marco Ferreri? Las idealizaciones de lo oriental como misticismo ultraterreno se cuentan por doquier: pensamos que allí no hay putas sino geishas (falacia que recomiendo investiguéis: las pilinguis son fenómeno universal), que se viven en armonía con la naturaleza (cuando China ha cometido incontables aberraciones de urbanismo salvaje últimamente), que su arquitectura es más profunda y saludable (¿no es el Feng-Shui una superchería sin sentido a la altura de nuestro hilarante Rappel?) o incluso que sus guerreros son casi monjes (la realidad es que los karatekas son los macarras amarillos, auténticos becerros tan poco ilustres como puedan serlo nuestros Van Damme o Poli Díaz: una hostia es una hostia, por mucho que quieras hacer de ello un arte).

Conste que adoramos oriente, y de allí han salido muchos de los grandes iconos de la iconografía pop que tanto nos gusta: el hermoso trascendentalismo de la trilogía roja de Zhang Yimou, la escena del arte Kawaii / Superflat, el manga (un pozo sin fondo de obras maestras del comic: Akira, Dragon Head, Gon, Lone Wolf & Cub, todo Tezuka…), los metabolistas, las películas chinas de fantasmas, los videojuegos… Pero mucho me temo que en Asia la gente es tan errática y viciosa como nosotros, no tienen una filosofía más sensata ni ese carácter espiritual que muchos le atribuyen. Esos viajes espirituales a Vietnam o la India que tan de moda han estado entre el funcionariado progre (buscando allí una realización personal que en occidente se antoja imposible, y más concretamente un cierto carisma beatnik) parten de una suposición falaz: que en oriente están hechos de otra pasta, que son más profundos y menos materialistas, que allí han encontrado las respuestas que nosotros llevamos siglos buscando. La realidad es muy otra: allí tienen los mismos políticos inútiles y abusivos, intelectuales enamorados de sí mismos, basura cultural de la peor calaña, y amor por el lado dionisíaco de la vida. Lo siento, ese oriente soñado, sencillamente no existe. En la lejanía, todo resulta más exótico, más auténtico. ¿Os pensáis que allí todos son Ghandi? Quién sabe, quizás esas hordas de nipones que asolan nuestros emporios turísticos armados con cámaras de tropecientos megapíxeles, se vienen a occidente pensando que por aquí todos somos como Teresa de Calcuta, Lutero o Platón, porque a fín de cuentas para ellos somos algo completamente exótico, y en tales casos es fácil caer en idealizaciones. ¿Nos tendrán idealizados los orientales? Pobres ingénuos, si ellos supiesen…
¡Ay, Sánchez Dragó, qué equivocato te vemos en tu reivindicación de la trascendencia orientala! Mucho me temo que en todas partes cuecen habas, y ni en Osaka ni en Pyongyang encontrarás esa sociedad mística que buscas. El planeta entero es un lodazal pop, no hay escapatoria posible, así que mejor retomar el título de aquel viejo disco de los Hanoi Rocks: Bangkock Shocks, Saigon Shakes, Hanoi Rocks!

19 comentarios:

  1. ¡qué risión! lunes sembrao cesaruquín, ole tu gripe!

    ResponderEliminar
  2. Te comentaba que estaba viendo "A serious man" de los hermanos Coen.
    Me ha gustado mucho: sionismo con un sarcasmo muy inteligente..el protagonista, un matemático judío al que no paran de ocurrirle desgracias y que parece destinado a tener la paciencia del mismo Santo Job.
    Principio desconcertante en Yedish, para desembocar en la historia ubicada en una comunidad judía estadounidense de finales de los 60

    Surrealista, ácida, sarcástica y cómica.

    Si la quieres ver te la dejo aquí, los primeros cinco minutos están en Yedish, con subs en inglés y en otra época...Cuando empieza la verdadera historia es después, buena imagen y sonido:

    http://www.megaupload.com/?d=63L89C27

    ------
    Acabo de levantarme, es una extraña viriasis de esas que atacan a todo...Supongo que no hubiera podido acudir a SunnO))).

    Cuídate tú también, te leeré cuando me encuentre mejor.

    ResponderEliminar
  3. ok mejórate, menudas dos patas para un banco!! yo estoy hecho un zombie. Ayer me ví "la carretera", ya la comentaré, hoy veré esta que linkeas (gracias).
    oye sé que esto que te diré no hará que te mejores, pero... ¿has visto el taconazo de Guti??

    ResponderEliminar
  4. bueno, me voy a la cama, a roncar entre mocos, tos y estornudos de no-muerto

    ResponderEliminar
  5. Sí, he visto el taconazo de Guti, no es para tanto, taconazos de esos los he visto mil veces en fútbol sala en el pabellón que hay aquí, cerca de casa...Aunque la imagen del partido que más me gustó fue cuando granero marcó el primer gol y una cámara captó a Guti celebrando solo el gol en el centro del campo y lanzando un escupitajo al cesped de Riazor con gesto despectivo...Lo mejor es que el escupitajo fue fallido y se babó toda la camiseta.
    Lo siento tío, lo mío más que antimadriditis es ser antimadrileño y no puedo con la chulería de "Pijoquevaeldomingoalasierra" del "Casi guapo" ése.

    ResponderEliminar
  6. soy defensor a ultranza de lo oriental, pero estoy absolutamente de acuerdo en que las excelencias que vemos en sus pelis, su pintura, su cocina, etc. son en gran medida fruto de nuestra mirada y no tanto del contexto de lo que se cuece entre ellos; es decir, creo que estamos bastante incapacitados para entender su escena cultural, su contexto...

    me ha gustado mucho el post; saludos

    ResponderEliminar
  7. Este logo popero me va lo que más.

    ResponderEliminar
  8. What?. Remake? en qué estricto senso? en plan garrulo lisérgico? ..erótico-festivo?, atrezzo di carnivale? o, a qué te refieres...

    Me temo que la fiebre gripal está en su punto álgido.

    Muy bueno el texto, original enfoque...Tutto é globale, la mediocridad tb...
    A mí los asiáticos me vienen tocando las gónadas desde hace mucho, y hablo de pan.
    En plan estético, me empalagan y los rasgos asiáticos me bajan el nabo.

    ResponderEliminar
  9. Estoy de acuerdo pero una diferencia que me gusta de lo oriental es que su religión trata a la persona como un elemento más de la naturaleza, planteamiento que me parece bastante más acertado que el de aqui en el que prima el hombre sobre la naturaleza, con sus arrepentimientos, sus temores y miedo al más alla. Creo que está de puta madre contrastar nuestro punto de vista con otro tan diferente, por eso que los japos sean super fans de lo occidental, hasta llegar a hacerse la cirugia me parece lo peor.

    ResponderEliminar
  10. Sí, su filosofía es muy bonita, pero lo que digo es que le pasa lo mismo que a nosotros: que luego no lo llevan a la práctica. Tambien el cristianismo tiene cosas guays, pero luego los "practicantes" son unos mentecatos a lo Rouco Varela.
    En oriente mucha naturaleza y mucha armonía "en teoría", porque luego son los primeros en contaminar o en hacer presas super bestias. La cuestión es que a nosotros nos llega lo más bonito, la parte más utópica, pero si investigamos un poco encontramos que son tan desastre como nosotros.
    Glups, espero que no haya ningún Yakuza leyendo esto, o la mafia china, porque no se andan con chiquitas...

    ResponderEliminar
  11. Los orientales en la actualidad son muy agresivos con la naturaleza, véase la pesca brutta de Japón o la megaindustrialización sin miramientos de China.

    ---
    Pues sí, me entumecen el badajo sobremanera...me pasa tb con las sudamericanas...No es racismo es una cuestión biomecánica y de "atmósferas".

    ResponderEliminar
  12. Si, todo tiene su parte buena y mala, pero como una frase de una gran peli:

    - ¿Tu con cual te quedas con la rubia o con la morena?-

    - Yo, con la rubia porsupuesto, de toda la vida me gustan las rubias.-

    - Bien, porque a mi me gustan todas.

    (Stasky y Hutch)

    ResponderEliminar
  13. joder, me perdí la noche temática que me comentabas... me fascina todo lo referente a la segunda guerra mundial, especialmente el nazismo.

    te puedes creer que el abuelo de un amigo de san clodio fue artillero de un heinkell HE-111 en la legión condor, al mando del general alemán Wolfram Freiherr Von Richthoffen, el cual era primo de Manfred Albrecht Freiherr von Richthoffen, más conocido como: El BARÓN ROJO!!! a qué es flipante!

    san clodio-nazism connection :-)

    ResponderEliminar
  14. Pues yo a Barón Rojo lo ví en Melide(una vez con una morena) y otra vez nas rías baixas (con una medio rubia) y no es para tanto.

    ResponderEliminar
  15. El Feng shui que se difunde por todos los medios y han conquistado multitudes es un falso Feng shui, esta mas relacionado con las rancias de la nueva era, este seudo feng shui pretende resolver todos los problemas de la vida colgando adornitos chinos por todos los rincones, y lo peor de todo que tente que parece seria e inteligente sigue estas tonterías,
    El verdadero Feng shui de origen chino nada tiene que ver con esta falsa imagen, no debería usar el nombre Feng shui para estas cosas. el Feng shui tradicional chino es muy distinto, esta lleno de sentido común y es racional y comprensible para personas inteligentes.
    los invito a visitar este blog de Feng shui tradicional y leer el articulo LOS EXPERTOS DEL FALSO FENG SHUI.

    http://fengshuitradicional.blogia.com/temas/indice-de-temas.php

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.