martes, 2 de febrero de 2010

¿Y si tienen razón?

"La carretera", John Hillcoat 2010
"Collapse", Chris Smith 2009
"Archipiélago Gulag" / "Hitler vs. Stalin", La noche temática 30/01/10

Sorprende la tímida acogida crítica en EE.UU de la adaptación al cine de “La carretera” de Cormac McCarthy (un discreto 64 de media en Metacritic), modélico film que se sitúa sin duda en lo más alto del podio de esa tradición de cine postapocalíptico que incluye clásicos como “El último hombre vivo”, “Mad Max”, “Soy leyenda” e innumerables sploits italianos de zombies radioactivos y macho-motoristas en cueros. Como fan obsesivo de dicho género, me ha parecido sin duda la mejor película del ramo, la más seria y emocionante, cimentando su potencia en un diseño de producción sobrecogedor, una fotografía emocionantísima y sublime, y muy especialmente en las ejemplares interpretaciones tanto de un magistral Viggo Mortensen como de su hijo. Más allá del la simbología moral o metafórica que queramos buscarle,y prescindiendo de su naturaleza de adaptación de un libro que no he leído (creo que en estos casos no hay que remitirse al original de partida: han de ser obras independientes) se trata de un haiku atmosférico y elegantísimo en su abstracción y sus elipsis (ni sabemos, ni importa, lo que está sucediendo realmente), una película sobria, seca, durísima, oscura al máximo, que sin embargo transmite una profunda sensación de dignidad y esperanza, retratando el estoico y pertinaz aliento vital de dos supervivientes en el tumulto del fin del mundo. Una buddy movie ascética, inesperadamente atroz dada su condición de gran producción, cuyo visionado transmite desasosiego, pero también un sutil y zozobrante amor por la vida. Una obra más que notable, que elude cargar las tintas en el dramatismo sinfónico y el gesto épico, optando por un acercamiento calmado, meditabundo y sereno a la incómoda historia que nos cuenta.
Viggo está sencillamente impresionante en su papel, gracias a esa peculiarísima fisicidad suya que le permite hipnotizar sin más ayuda que la tensa sobriedad de su mirada, lo escultórico de sus facciones, como el tipo de actor que no necesita actuar para resultar convincente: él solo, con su escalofriante hieratismo, lleva sobre sus hombros el peso emocional de la historia, en lo que es una de las más soberbias recreaciones de la figura paterna que pueda recordar. Pero el verdadero protagonista del film es su atmósfera, su tempo, su pulcro y exacto estado de ánimo: ¿recordáis aquella escena del “Ran” de Kurosawa en el que el anciano y el bufón visitan la cabaña del flautista ciego? La película me ha recordado mucho a ese momento desolador y desapasionado: una aceptación digna y apesadumbrada del derrumbe del orden del mundo. El director, John Hillcoat, viene de trabajar mucho con Nick Cave (encargado de la magnífica banda sonora) y el espíritu que recorre la obra del divo australiano es muy descriptivo de la trágica elegancia de la película. Os la recomiendo y espero vuestras opiniones, dado que por lo visto ha producido reacciones muy encontradas. Piratillas, la tenéis aquí.
Esto del fín del mundo, como os digo, es uno de los grandes fetiches de dada2000: gustamos de imaginar un futuro postapocalípctico rodeados de zombies pop, manejando imponentes coches tuneados entre pandilleros punks en ciudades casi vacías: en caso de cataclismo, ni nos planteamos el contar entre los muertos, por supuesto sobreviviremos como macarras nucleares. Como idea de comic resulta muy divertida, pero la verdad es que los acercamientos realistas a dicha hipótesis dan mucho, mucho miedo. Ya está entera en youtube la última bomba conspiranóica: “Collapse”, una entrevista con el lúgubre y rocoso Michael Ruppert, gran gurú de los aficionados a las teorías conspirativas que lleva toda la década advirtiendo de las abyectas intenciones del poder oculto norteamericano. El film es una larguísima entrevista con este antiguo trabajador de la CIA, en la que va dando una serie de argumentos más o menos creíbles en base a los cuales vaticina que la humanidad se encuentra al borde de la extinción. Organizando las clásicas teorías especulativas (fín del petróleo, el 11s, Bielderberg, la Reserva Federal, el Cambio Climático…) en una súper hipótesis unificadora, Ruppert orquesta una Madre de todas las conspiraciones según la cual ya podemos irnos preparando para un futuro incluso más tétrico que aquel de “La carretera”. ¿Convence? Relativamente: como elucubración agorera resulta necesaria y defendible, si bien el sentimentalismo yanky de este señor, y un acercamiento más espectacular y peliculero que científico, le quita mucha seriedad al mensaje que intenta trasmitir, autoadjudicándose un excesivo rol de Apostol del Apocalipsis.
Ruppert, tras haber hilvanado muy bien los cabos sueltos del affaire WTC, y luego de predecir milimétricamente el cómo, cuándo y dónde del actual descalabro económico, habla con la autoridad que le otorga la confirmación de sus anteriores augurios. Ahora, afirma que el petróleo se agota, falta comida, el mundo está al borde de un gigantesco catacroker de dinero cash, y otro más gordo aún de espantos ecológicos. El chorbo, que indudablemente se cree lo que nos está contando, llora ante las cámaras, chilla, se calla, se revuelve, vuelve a llorar, intentando que nos entre en la cabeza que este puto planeta se va inexorablemente a tomar por allí abajo, como consecuencia de un colapso inminente, indudable, inevitable, incuestionable. E insuperable. E inabarcable. Y por ahora, inconcebible.

¿Y si tiene razón? Qué miedo. Confieso que estos últimos años me había vuelto un tío muy positivo: he creído que de un modo u otro la humanidad saldrá adelante, que la gente en el fondo es buena, que al final somos una especie maravillosa y única en el universo, y que estamos llamados a hacer grandes cosas. Sin nosotros, el cosmos es un cúmulo de basura espacial que gira eternamente sin ninguna dirección. ¿Fín del mundo? No way! Pero viendo las cosas que pasan (terribles catástrofes ambientales, guerras espantosas, una crisis más dura de lo que podemos imaginar, hambre y destrucción non-stop...) lo cierto es que no hay que descartar que de una u otra manera, nos toque sufrir alto muy gordo y horripilante. Antes me parecía una idea muy pop, a lo 2000a.d., pero últimamente incluso tengo pesadillas al respecto. Me da miedo que haya un cataclismo, o un corralito económico que termine con la civilización tal y como la conocemos, o que las tensiones con China o Irán terminen por explotar y se confirmen los peores augurios que tanta gente lleva tiempo intentando trasmitirnos. El sábado me ví la noche temática centrada en las atrocidades de Stalin, y pensar que semejantes cotas de brutalidad y deshumanidad han sido reales, han tenido lugar de verdad, resulta muy desconcertante, descoloca, uno no termina de poder creerlo completamente. Es demasiado horroroso.
Somos parte de una generación crecida entre algodones, ensimismados en nuestras pequeñas trifulcas personales (que si desamores, que si vocaciones frustradas, que si soledad de cuento de hadas...) y ni nos planteamos que ese tipo de sucesos espantosos lleguen siquiera a rozarnos. Al menos, yo nunca lo he visto como una posibilidad plausible. Pero... ¿y si...? ufff qué miedo. Quizás esta sensación de pánico y desconcierto forme parte de esa estrategia de control desde el poder que gente como Naomi Klein o Paul Virilio llevan tiempo denunciando: una sociedad controlada a través del miedo. Idea que, en sí misma, da terror.
Sea como fuere, la bestial crisis actual ha servido como advertencia, al menos, de que los grandes asuntos del mundo van en serio. Y además, nos tocan de lleno. Es más: somos protagonistas de ellos. El problema es que hemos desarrollado la sensación (confortable, por otra parte, en lo que tiene de exculpadora) de estar atados de pies y manos. No sé. Confieso que tengo miedo, que me acabo de caer del guindo al constatar de que mucho nos quejamos, pero las cosas siempre pueden ir a peor. Así que haced acopio de comida, conseguid un par de armas automáticas, y preparad un bunquer atómico en el sótano: puede que cualquier día de estos tengamos que hacer frente a un cataclismo y la consiguiente invasión de zombies pop.

10 comentarios:

  1. ya que he sido la última persona que has visto antes de publicar este post, me considero tu musa para este artículo (y no, no era un delirio fruto de tu fiebre, fui real :-)

    -x-

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  2. NOOOOOOO!!!! UN ZOMBIE REAL!!!!! se confirma lo peor :-(

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  3. que el mundo se acabará es demostrable, que haya un cataclismo es posible, tarde o temprano "algo pasará" y la humanidad reventará (adiós colas para todo), si tiene que pasar que pase, pero si he de escoger búnker, que sea algo parecido al pata de hace unos años, con música y gente me gusten, y lo demás en lenguaje geek format world:/ --> yes

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  4. Jeje Xose.
    Sí C, ya me curé, hoy ya fui a currar.
    Veré The Road...Lo de la noche "Te mastica" ya lo vi el otro día.
    Por cierto, te tengo que devolver Maus. Acuérdate del tercer finde que no curro todo él. Supongo que a Verín irás el segundo...Carnavales con su martes coincide en el segundo...Si eso te vienes para aquí el tercero, vemos a fondo las antenas nazis de Castro Riberas de Lea , el Hangar nazi del aeropuerto de Lugo (esta vez no me pierdo), todo ello regado con estupendas carnes y absentas...Un plan muy Noche Temática.

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  5. es un cristal de BISMUTO, símbolo químico de la tabla periódica, y tiene una pinta tal que así

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/75/Bi-crystal.jpg


    de curiosas propiedades

    -x-

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  6. Mmmm, yo no sé si ver "The road" después de haber leído el libro.

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  7. février, estamos en février

    OSR

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  8. EP3: ¿Es feliz ahora mismo?

    Stephen Merritt: No.

    (http://www.elpais.com/articulo/portada/Misantropia/pop/elppor/20100205elptenpor_8/Tes)

    Yorch.

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  9. sí, tío, ya lo leí, tb me quedé encantado con esa respuesta tan rotunda y tan "cool"

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