jueves, 14 de enero de 2010

Clasismo intelectual vs. cultura Zombie / Mahler vs. Mulero


Pierre Bourdieu "Sobre la televisión", Anagrama
1. La verdad es que no resulta extraño el hecho de que a la gente le de tanta pereza acercarse a ciertos pensadores, especialmente los marxistas (y más agudamente los comunistas) porque sus libros acostumbran a partir de una premisa bastante peliaguda: el axioma subliminal de que el ser humano normal es imbécil.
Cuando Freud empezó a tantear la noción del inconsciente, no sospechaba lo peligroso que resultaría el uso de dicho término: al describir al hombre como un ser en el que el autoengaño le es endémico, abría la puerta de planteamientos cercanos a los fascismos, a las verdades ajenas. Las malas lecturas de Sigmund suelen pervertir sus ideas al plantear Como sujeto, ignoras tu propia verdad, y soy yo el que puede desvelártela. Del mismo modo, el concepto marxista de alienación no andaba muy lejos de ese planteamiento, al considerar que hay una idea de lo Bueno y lo Bello que permanece escondida al común de los proletarios, en un nuevo ejemplo de elitismo intelectual radical en el que son ciertos iluminados los portadores de las medidas de lo justo, lo conveniente y lo oculto. Los que han malllevado a Freud y Marx al terreno político no se toman por lo general en consideración lo que esos individuos piensan o sienten: al fín y al cabo, como humanos estamos todos atontados, idiotizados, nuestro deseo se ha enajenado, se han apropiado de nuestro tiempo, nos han encarcelado en una ideología, etc. Leer a según qué panoli de izquierdas equivale a aguantar un tremendo chaparrón en la que tu vida entera es descrita como si se tratase de la de un pelele que no se entera de nada. Hacen gala de un elitismo inmerecido (y curiosamente, forjado en un clasismo en el que el capital fuese sustituído por el nivel cultural) y con un sentido muy pastoral del gobierno: vamos a solucionarles la vida a estos pobrecitos, que no se enteran de nada.
Ese virus coercitivo que identifica vanguardia con clasismo, ha sido en mi opinión lo que ha hecho degenerar tan prematuramente a la izquierda a lo largo del siglo XX: se han alejado tanto del ser humano en cuanto realidad, han demonizado tanto su cultura (al considerarla alienada, enajenada) que han acabado completamente alejados de ella. Alejados del hombre en cuanto ser pasional, libre y delirante. Y es una actitud que permanece viva y coleando, especialmente en el ámbito universitario: la devaluación del folk contemporáneo y la imposición estatal de un sentido aparentemente liberador de la docencia cultural que padecemos, y que ha fracasado completamente (y a los datos del fracaso escolar en occidente me remito). Cultura como datos ajenos, impuestos, historias de fractales en arameo.
¿Qué es cultura? Para cierta vanguardia apolillada, parecería que la cultura fuese una especie de implante que se superpone a la vida cotidiana a posteriori, construída en el éter y en los libros de historia, y que debería de funcionar en nuestra mente a modo de consultoría. Cultura como ejercicio mental, como sistema operativo apriorístico respecto a la praxis. Mi visión es diferente: para mí, la cultura es un matiz de la acción, es un fenómeno cotidiano y siempre libre, es el uso del tiempo, es un conjunto de valores operacionales, cotidianos, irremisibles a abstracciones moralizantes o a éticas de buena cultura o mala cultura, que siempre desembocan en totalitarismos.
Comer patatas Lays sabor campesinas es muchas cosas, y entre ellas es un hecho cultural complejisimo. El mundo de la fórmula 1 es un descomunal sistema cultural. Los jubilatas que bailan a Bisbal en la verbena están expresando su identidad cultural, nos guste o no: sus motivos tendrán, que los tienen, y apagarles la música para poner Autechre sólo se le ocurriría a Althusser. A nosotros, democráticamente 2.0, y habituados a encontrarnos gente de todo pelaje en las ciudades, semejantes desvaríos nos parecerían absurdos, pero leyendo según qué ideólogos esa noción del pueblo como rebaño sin domesticar sigue imperando con un descaro pasmoso.
En dada2000 consideramos que la cultura es una pulsión.
Por eso, el "Sobre la televisión" de Bourdieu me ha parecido un libro tan rematadamente malo. Un absoluto despropóstio, y me duele decirlo por el cariño que siento por el personaje. Anteriores trabajos suyos, todo lo que había visto, oído y leído de su pensamiento, me parecía ingeniosísimo por el grado de imparcialidad y distanciamiento que parecía mantener con los asuntos de sus investigaciones. Bourdieu acostumbra a hacer gala de la principalidad virtud que se la ha de pedir al analista: el detachement. Pero ahora dolorosamente creo que hay mucho más gato encerrado del que me había parecido, aunque prefiero pensar que se trata de un resbalón puntual en su carrera.
Veréis, el tomito (muy cortito, muy sencillo, se trata de la trascripción de un speech televisivo) consiste en 100 páginas dedicadas a desmenuzar minuciosamente el funcionamiento del campo televisivo, intentando comprender el por qué de los contenidos de la parrilla y el modo en que éstos terminan por empapar al conjunto de la sociedad, que devuelve el estímulo en forma de feedback infinito. Un planteamiento interesantísimo (por algo me compré el puto libro) que en la primera página ya decepciona: se desvela ya entonces que el objetivo verdadero es dilucidar por qué la televisión es una puta mierda, lo cual es un juicio de valor apriorístico que anula toda pretensión científica por su parte. A lo largo del libro, el señor Pierre expone una serie de mecanismos muy obvios que todos conocemos (la influencia del capital a través de la publicidad, la propia tradición identitaria de cada medio, las micropolíticas de salón entre periodistas...) con los que pretende justificar la angustia que siente ante tanto programa sensacionalista, tanto talk show y tanta morralla: es decir con tanta televisión. Alineado con esos monguis que se tiran de los pelos porque la programación no se reduce a documentales, debates y telediarios solidarios, Bourdieu ha escrito un libro totalmente obsoleto y ruborizante.

Bartleby era zombie
No voy a desmenuzar aquí los motivos por los que considero que la tele está muy bien tal y como está: no me siento culpable cuando me tiro un rato frente al Diario de Patricia o el telediario de Antena 3. No somos seres apolíneos, por mucho que a esta gente no le entre en la cabeza. Recuerdo una graciosa respuesta del Yorch ante mis broncas por ponerse a ver el fútbol: Tío, llevo todo el día chapando y necesito un superchute de Hiperrealidad. ESO es la tele, no quiero que me la sustituyan por Alta Cultura Francesa. Para eso ya tengo internet y los libros. Al final, Bourdieu y similares quieren encerrarnos en una especie de cárcel cultural dogmática y universitaria donde todo lo que es cultura real (la alegría de la vida, el pop, la risa, lo ridículo) está prohibido. Bourdieu parece odiar los videojuegos, al cosiderarlo ocio vacío, en lo que es una aproximación absurda a la sociología en unos tiempos en los que la tesis doctoral sobre Carmen Lomana es un proyecto necesario: el objetivo de la sociología no debería ser el despreciar al personaje, sino investigar el por qué de su capacidad de condensar pulsiones y deseos: Carmen Lomana es un hecho cultual, como lo es bailar con Mulero y no con el puto Mahler.
El libro me ha enervado mucho: estoy harto de que a los frikis nos traten de mongoloides. Así que aquí van unos links de cine basura que conjuga dos de mis pasiones más alienantes, incultas, vacías y vulgares: las pelis de zombies y las de teenagers. No todo va a ser Deleuze y Arnheim, digo yo. Los zombies son una perfecta metáfora (prima hermana del Bartleby de Mellville: ) de la mejor forma de disidencia contemporánea, y los adolescentes la mejor revolución contra el clasismo intelectual: pero dejemos las metáforas, el rollo es que molan, y mucho.(Por ciertoo, gracias a Carolina por darme a conocer a Bartleby y a mi hermana por el libro). Así que aquí tenéis buena mierda revolucionaria:

* El título lo dice todo : "The zombie cheerleader massacre", casposa y aburrida infraproducción que solía estar en la mula.

* En este link tenéis enterita en el youtube una serie Z supervintage de título "Teenage zombie", con moralina anticonunista muy de la época, pero llena de guiños al freak del tema. No me la deja insertar.

* ¿No habéis visto House of the Dead? ¡Es un must! Un grupo de teenos van a "la rave del siglo" en una isla perdida y lo que se encuentran es un ejército de no-muertos con ganas de mambo gore. Tíos, esta tenéis que verla!!

* Esta sí que es una puta mierda que no hay por donde coger. No recuerdo cómo ni por qué, ¡me la ví entera!, ¡¡y subtitulada!! y es lo más trash que ha salido de Tokyo jamás. Apenas te ríes. Si os interesa la tenéis aquí.

* Mítica "Zombies paletos" de Troma que invadió los videoclubs a principios de los 90 y que llegaron a emitir un par de veces por televisión. ¡Yo la tenía grabada de Antena 3! Jódete Bourdieu.

* La última que he visto: Doghouse, con una panda de hooligans acosados por she-zombies vengadoras. Feminista y yeyé al máximo, perdérsela es delito, así que la tenéis aquí.

* ...Y para los que no se enteran de qué va la cultura popular, he aquí el trailer de una peli que no he visto todavía pero cuyo título lo dice todo. ¿Qué mejor argumento político que una peli llamada "Zombies de destrucción masiva". Tonto el último en verla.

3 comentarios:

  1. me has cagao el libro, cabrón; lo quería leer y ya no lo voy a poder ver con buenos ojos...

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  2. no sé si estoy de acuerdo contigo, no obstante; hay mucho de imposición elitista en la defensa de la cultura clásica; sin embargo, hay otras muchas imposiciones en torno a las culturas populares a las que, a veces, merece la pena enfrentarse

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  3. Hombre, léelo, pero seguro que no te dirá nada que no sepas. Parte de suposiciones obsoletas, como por ejemplo que la gente no se da cuenta de que al escuchar a Jiménez Losantos, no estás ante alguien imparcial: ese tipo de cosas lo sabe todo el mundo, desde la maruja más cateta al sabio más leído. Los marxistas suelen pensar que "el pueblo" es manipulable, pero yo creo que la gente es más lista que eso.
    Respecto a la cultura, sólo pido una cosa: pluralidad. Tiene que haber Ferrán Adriá pero también latas de atún a un euro, cada uno que elija. La tele ha quedado como un medio muy cómico, muy ligero, y no quiero prescindir de su capacidad de shockear: hoy en día hay tanta oferta informativa, que ya desde la infancia la gente desarrolla un instinto de supervivencia crítica en la floresta mediática.
    De todos modos, el libro habla especialmente de los telediarios y de los debates, quejándose de la imparcialidad. Personalmente opino que la imparcialidad es por definición imposible, y por tanto una aspiración muy torpe, muy de comunista desfasado.

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