martes, 24 de noviembre de 2009

Verde por fuera, blanco por dentro




loco : demente, perturbado, desequilibrado, alienado, chalado, chiflado, lunático, maniático, esquizofrénico, ido, majareta

1. Me estoy leyendo un libro con el interesantísimo título de "El lenguaje de la locura", de David Cooper, maxista obsesivo que en su momento fue uno de los grandes impulsores de aquel simpatiquísimo movimiento de los años 60 llamdo "antipsiquiatría", que vivió su particular momento de gloria con el éxito del Antiedipo de D&G. El loco, ese sujeto social que sufre por su imposibilidad de fluir normalmente en sociedad, tenía implícitamente para la nosología psicoanalítica una única solución: encuentra la causa de tu singularidad, anúlala y sé como los demás. Los antipsiquiatras afirmaban como alternativa: encuentra la causa de tu singularidad, libérala y sé tu mismo oponiéndote a la sociedad, al considerar que las técnicas freudianas formaban parte de la maquinaria burguesa para anular la diversidad social y así garantizarse sujetos pasivos prestos a la alienación laboral. En realidad ambos cambiaban el pronóstico, pero no el diagnóstico.
Como idea me resultaba interesantísima, pero la verdad es que leyendo a Cooper la supuesta algarabía y libertad de una esquizofilia pierde todo encanto en cuanto el autor saca a la palestra el caballo de Troya de su discurso: quiere apropiarse de los locos para cooperar en su hipotética revolución marxista. Suena paródico, pero una aproximación en principio "de orden social" a la lingüística de la locura, termina por ser un politizadísimo manifiesto en pro de una liberación de la locura a través de la conciencia de la opresión burguesa, la lucha de clases y bla bla bla. Es una pena porque el ensayo en cuestión tiene cosas muy interesantes, pero tengo la sensación de que los locos de los que habla, no son los locos que yo conozco y admiro. El muy sesentero slogan sesentayochesco de lo personal es político, supuesta llave para deshacernos de tantas camisas de fuerzas, termina por ser tan coercitivo como el imperialismo que pretende deponer. Pobres locos: cuánto ideólogo pretende adueñarse de su demencia, cómo es utilizado a modo de transacción moral.
Dato desconcertante: buscando información sobre el libro en internet, me encuentro con que Coto Matamoros lo ha leído durante su estancia en la prisión de Aranjuez. ¿Tan poco ha quedado del esquizo-análisis?
2. Locos y freaks, freaks y locos... En la tradición filosófica que persigue la liberación de la locura y su redención desde el arte, va siempre implícito un paternalismo (en mayor o menor medida dogmático) que impide tomar en consideración, con un respetuoso distanciamiento, el hecho de que el esquizofrénico no quiere cambiar al mundo, ni a sí mismo: quizás su demencia sea un modo de dar forma a su misantropía, por más que eso no quepa en los esquemas de conehead Althusser. Creo que lo último que necesita el auténtico freak es el apropiacionismo marxista que quiere convertirlo en símbolo y en arma arrojadiza para un cambio social que ni le importa, ni le resulta necesario.
3. Como versión posmoderna de la fábula friki "La bella y la bestia", el personaje de Shrek tiene algo de repugnante, de intromisión populista y hollywoodiense en La parada de los monstruos, por lo que jamás va a ser un icono de culto. Shrek es el monstruo enrollado, el gordito simpático, cuya singularidad es redimida en tanto en cuanto es capaz de integrarse armónicamente en una estructura social convencional. Verde por fuera y burgués por dentro, Shrek propone el típico modelo integrador de la derecha pragmática: únete a nuestra maquinaria, y olvidaremos tu monstruosidad. Shrek es lo opuesto al loco subersivo, que es blanco por fuera, y verde por dentro: el antónimo del esquizo a lo Panero que hace de su singularidad una forma de coquetería, de militancia de sí mismo como construcción subjetiva, cuya única alienación es la fidelidad a la camisa de fuerza. Leopoldo María no soportaría que la sociedad tolerase su locura. De darse el caso, se volvería loco.
Los gays hemos optado por jugar la misma baza que Shrek: comprando champús caros, sonriendo en los concursos y ejerciendo de consejeros de estilo, todo se nos perdona. Foucault se echaría las manos a la cabeza, pero a mí no me importa aunque obviamente no es mi caso. Cada uno que haga lo que quiera: yo no escucho a Mónica Naranjo ni visto de Dolce & Gabbana, pero tampoco quiero que Deleuze & Guattari pongan sobre mis hombros el estandarte de una revolución que ni me importa, ni me legitimaría.
4. ¿Cómo seguir creyendo en redenciones revolucionarias? El modelo del doble vínculo para explicar la esquizofrenia no tiene nada de burgués: es etiología pura, funciona como diagnóstico, pero deja total libertad al pronóstico: dentro del demente hay un potencial Artaud, y tambien un potencial Shrek, y al final la única prerogativa que nos queda es la de escoger el color de la invariable camisa de fuerza.

4 comentarios:

  1. Dolce & Gavanna vs Deleuze & Guattari. Ahí has estao fino.

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  2. Me ha encantado la idea de darle la vuelta. Genial.
    Por cierto, Moschino dijo una vez: "si no puedes ser elegante sé al menos extravagante".
    ¡Viva la diferencia!

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  3. Pero mira que llegas a ser pedante.

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