jueves, 21 de enero de 2010

Scary Movie, Auteur Movie.


La cinta blanca, Michael Haneke 2009
Megapetarda, Nick Moore 2009

Se abre el telón, y aparece una calle normal y corriente, donde alguien camina hacia algún lado, y se cruza con un viejo amigo. Se sonríen. “Hombre tío, qué tal, hace tiempo que no tengo noticias tuyas”. “Ya, tío, es que estoy liadísimo, pero bien, todo bien”.

¿Qué peli es?

Cualquiera, menos una de Michael Haneke. No sé si en su larga trayectoria, alguno de sus personajes ha sonreído jamás. Exceptuando al malo de Funny Games, claro.
El cine de este señor siempre ha sido maniqueo y simplista, la némesis oscurantista y sadomasoquista de la comedia romántica del Hollywood más megapetardo. Lo que en las pelis de Hannah Montana es exceso de almidón y azucar, en las del austríaco toma forma como una paranoica inmersión en el lado chungo de la vida basada en principios morales desconcertantemente puritanistas, pero tan exagerada y luctuosa como un High School Musical con libreto de Kierkegaard. Haneke es la voz inconsciente del moralista de clase media, que se permite el cómodo y obsoleto comodín de justificar las penas del mundo apelando a ese concepto gaseoso que es el mal, del que este director pretende ser el gran investigador contemporáneo. El Mal, así, en mayúsculas, como energía demoníaca que pasa de mano en mano provocando todas las calamidades de la Historia, también en mayúsculas.
El único problema es que jugar dicha carta (la tradición religiosa que explica al hombre como ser abyecto) se me antoja de una ingenuidad y un conservadurismo premodernos, consecuencia directa de una herencia judeocristiana inasumida y, a estas alturas de la película, abominable. ¿Imagináis que Levi Strauss, en sus descripciones de las tribus brasileñas, utilizase el parámetro buenos y malos para describir las evoluciones históricas de esas sociedades? Es impensable: desde una óptica científica (o, al menos, lógica) las ideas de el bien y el mal son completamente inútiles. Son herramientas que evitan toda explicación política de las situaciones.

Por ese motivo, La cinta blanca me parece una película tan anticuada y tramposa, tan al gusto del público del circuito festivalero al que va dirigido, siempre maravillado ante toda visión tremendista y demonizante del ser humano. Una película sagazmente pensada, construída y posproducida con todos los ingredientes de lo políticamente correcto, que le garantizarán infinidad de premios e infinitos parabienes por parte del estamento crítico de la esfera PRISA. El punto de partida es muy sencillo: el origen del nazismo fue la asfixiante inmoralidad de la moral alemana, cuyos niños reciben indefensos la antorcha del mal que les llevará décadas después a gasear a 6 millones de narizotas en los campos de exterminio. Una reflexión barata, simplista y sin calado político, más propia de un pobre tontainas del tipo Spielberg que de uno de los supuestos grandes autores del cine europeo contemporáneo. Uno de los mejores aforismos fuckaultianos es eso de que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”: para Haneke, en cambio, las contiendas se deben a que un arcángel rebelde, con cuernos y rabo, se le rebotó a Dios según narran las escrituras. Eso sí, rueda esto bajo la apariencia de “alegato contra la educación puritana”, supuestamente pro-secularizante, pero escondiendo una idea de “el mal” heredada directamente de los mismos personajes a los que culpabiliza.
No nos equivoquemos: el film está muy bien hecho y resuelve con solvencia los nudos gordianos de la historia, con todas las papeletas para encandilar a una crítica siempre ansiosa de clásicos como los de antes, cargando las tintas en la curiosísima crueldad fría de Haneke, que en esta peli tensa al límite el verismo de sus manierismos autoriales: su habitual regodeo en los detalles morbosos y crueles alcanzan niveles cuasi risibles, que ahora salen de los habituales contextos urbanos y contemporáneos usuales en su obra, para transmutarse en determinismo histórico con silogística cristiana. Si como proyecto de cine social la película no es sino la plasmación trilera y desmesurada de los clichés de etiología social de suplemento dominical, como ejercicio de estilo se reduce al barnizado oscarizable de las maneras del cuento moral de los años 70: rodada en blanco y negro, imitando vulgarmente el tempo de Bergman (cuyo cine, nos hemos dado cuenta gracias a sus pésimos imitadores, dependía del magnetismo de sus actores), fingiendo una actitud distante respecto a los hechos retratados, y con esa sobriedad velazqueña tan del gusto de los Cahiers. La enésima opera larger than life y falsamente modesta, cuyos trucos y recursos huelen a ya vistos, a aburridamente recurrentes. La inquina con que Haneke se ceba con los abuelos de los nazis, es tan monocroma y reductiva, que da vergüenza (la escenita de te huele el aliento es casi un clásico chanante, tal es su comicidad involuntaria). Viendo la foto del cartel y leyendo el argumento, no hace falta que veáis el film: es exactamente igual a como lo imagináis. No sé si la frase adecuada es deja vu o avant la letre.
Eso sí: si no la habéis visto, os recomiendo que lo hagáis porque es muy probable que os guste mucho. Es un film hecho para gustar, y si compartes los presupuestos de partida y te gusta el estilo de Haneke, te encantará. Estoy seguro de que a todo el mundo le va a gustar mucho, pero no esperéis sorpresas: esto es El pueblo de los malditos rodado por Bergman (frase que rodará de crítica en crítica, porque es muy descriptiva) y salpimentada con los ¿chistes? crueles habituales en el autor. Cine de género para gafapastas, que confunde lo intersubjetivo con lo objetivo, el manierismo con la personalidad, y lo anticuado con lo clásico. ¿Un Oscar? Lo tendrá, sin duda. Si hasta lo tuvo Amenábar…

Del mismo modo que os recomiendo que veáis esta peli (que no me gusta nada), os insto a que ni os acerquéis, sin embargo, a otra que me ha divertido mucho: la delirante “Megapetarda”, un desmadrado y absurdo juguetito pop para adolescentes mononeuronales, deliciosamente honesta en su carácter de film educacional. En la senda de clásicos como “Clueless” o “Chicas malas”, este vodevil camp cuenta la historia de una insoportable pija californiana que es castigada por su padre a pasar un año en un internado inglés a lo Harry Potter en aras de ponerla en vereda y sacar de su cabeza el materialismo y vanidad que la atontan en su cómoda cotidianidad yanky. En su periplo, la inicialmente caprichosa nínfula descubrirá los valores verdaderamente profundos de la vida (la amistad, la humildad, la sencillez) y se dará cuenta de que no hay que juzgar a la gente en función de su cuenta corriente: una deliciosa parida def con cero. Como La cinta blanca, es absolutamente predecible y genérica, sus chistes suenan a ya escuchados y todo conduce a una necesaria coda final en forma de catarsis: si disfruto este tipo de subproductos es por la naturalidad con la que asumen su condición de mal cine, de película comercial de usar y tirar, consciente de lo simplista y diagramático de su desarrollo, que no es sino la enésima puesta al día de los cuentos de Bellas Durmientes de toda la vida, en la era de los Shopping-malls. Sólo disfrutable por la chavalada a la que va dirigida (niñas de 11 a 14 años) y por arqueólogos del género, como este que os habla.

Acaba de decir Javier Rioyo que La cinta blanca le parece la mejor película del año, lo cual no hace sino reafirmarme en lo que he dicho sobre ella. Desde luego, comparado con otros ámbitos de creación contemporáneos, el cine de la órbita Cannes es una pamplina de mucho cuidado. Europa necesita urgentísimamente un renovador de sus tipismos autoriales, porque su cine de calidad apesta a naftalina. ¡Vuelve, Rohmer!
Tuvimos una Spanish Movie, una Superhero Movie, la Scary Movie y docenas de spoofs. ¿Para cuando una Auteur Movie?

10 comentarios:

  1. Tengo que verla.
    El tema pinta muy interesante.

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  2. habrás visto que está en peliculasyonkis, pa ver online. en realidad no está nada mal, es por polemizar un poco

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  3. Cambia la temática y espero que no sea como "Caché", se me hizo insufrible, ya la estoy bajando.

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  4. La descargué de Taringa, está en alemán subtitulada en español, la de películas yonkis tenía muy mal sonido y la prefiero subtitulada...La veremos esta noche o mañana, tenemos tb número 9.

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  5. "Es impensable: desde una óptica científica (o, al menos, lógica) las ideas de el bien y el mal son completamente inútiles. Son herramientas que evitan toda explicación política de las situaciones."

    ¡Lea a Carl Schmitt!

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  6. eso haré querido anónimo, espero sea interesante y gracias por la sugerencia!

    de todos modos, no sé, la peli está bien, lo que sucede es que a mí esa Malignidad tan pintoresca me resulta muy teatrera. quizás es que he crecido entre algodones y no imagino a nadie tan estricto y punitivo, pero la óptica de Haneke me parece en el fondo súper típica y poco profunda.

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  7. Un fotograma de "La cinta blanca" es mucho más profundo de lo que será este blog desde su creación hasta su olvido. Ir a la contra ya no es tan moderno...

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  8. A mí "la cinta blanca" me lleva dando vueltas en la cabeza toda la semana, y eso ya es algo cuanto menos valorable.

    Sería muy largo de exponer cómo oscilo entre considerarla una obra magistral a una soberana estupidez. Ya lo hablaremos en persona si hay ocasión.

    Desentona con lo que he visto hasta la fecha de Haneke, no me parece valiente y sí en cambio descaradamente ambigua, manipuladora y esquemática.

    Me aterra pensar que detras de todos estos puntos negativos se esconda todo lo contrario: la idea premeditada y "socialmente incorrecta" de que la educación es algo que no nos rasguña en absoluto y que por lo tanto debemos dejar de culpabilizarla de las atrocidades que el ser humano comete... porque en el fondo no es más que un puto animal.

    OSR

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  9. hello Osr!!
    Verás, creo que en tu comentario hay una pequeña cosa con la que estoy en desacuerdo, y es en lo de "puto animal". POR SUPUESTO que somos animales, eso es algo que ni se debate, y no "en el fondo", sino en todos los sentidos, y por eso el planteamiento de Haneke es tan anacrónico.
    Él parte de la decepción ante el hecho de que el ser humano no es el Ser Humano, lo cual es algo que en la filosofía, en la ciencia natural, en el arte, lleva ya muchas décadas aceptado con naturalidad. Por eso, estos tremendismos me parecen el el fondo tan religiosos: se limitan a constatar una realidad que no tiene mayor complejidad, dándole la pompa del que descubre la pólvora mojada.

    Ahora bien, es una peli muy bonita, pero desde luego no "profunda". Lo hubiese sido en 1930, pero no en 2009. Al menos esa es mi opinión.

    Oye anónimo, ir a la contra no es moderno, pero alguien tiene que hacerlo, y yo lo disfruto mucho. ¡Espero no ser profundo como Haneke! Hace años que dejé atrás el malditismo de fan de Haneke, recuerdo ver el ciclo que emitieron en el CGAI y salir extasiado, "oh qué profundo, qué incisivo...".
    Creo que la peli gustará a los que creen que ese rumor que TODO EL MUNDO HA ESCUCHADO de "los niños son lo más cruel que hay", y que es el típico asunto ideológico y mitológico que no tiene ningún interés. Como nerd y marica "sufrí" a muchos niños, sé mejor que nadie de qué va el rollo. Me gustan los comentarios anónimos porque siempre dejan pistas de su naturaleza. en tu caso intuyo:
    a) eres heterosexual
    b) crees que te gusta lo poético
    c) no te gustan mucho las ciencias sociales
    y
    d) sin ser consciente de ello, dejas que otros pienen por tí.
    ¿Me equivoco?

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  10. Vaya! Cuantas líneas para una simple provocación. Por cierto, felicidades, has acertado en todo.

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