sábado, 30 de enero de 2010

Fuck me, I´m Twee

"Harold & Maud", Hal Ashby 1971
Wes Anderson consiguió ya en su fundacional "Rushmore"(enterita en youtube) la cristalización de un estilo personalísimo al que todos aplaudimos por lo osado y singular de los componentes de su cocktail: las neurosis de drama familiar filtradas por un entrañable sentido del humor surrealista, la puntillosa disposición de iconografía retro (¡ese chandal Adidas!), su capacidad para bascular entre la teatralidad extrema y cierto naturalismo costumbrista, y su inconfundible atmósfera de tristeza feliz. Degraciadamente, a medida que crecía su carrera, lo hacía también el manierismo de su lenguaje, hasta llegar a un punto (Darjeeling) en el que la oquedad de sus elegantes imágenes hizo temernos que su discurso no fuese sino el de un inteligente vendendor de humo. ¿Cómo no dudar de él tras asistir a aquella sonrojante oda a la melancolía de anuncio de perfumes que era el cortometraje inicial de aquella obra? En su ya inminente nueva película (un stop motion con animalitos de peluche que lleva ya mucho tiempo pirateada en internet) Anderson ha de demostrar por fín si era el autor que anunciaban sus primeras películas, o el inerte esteta posmoderno de su etapa Louis Vuitton.
No obstante, hay algo innegable: el chico tiene un gusto exquisito, sea para los guiños cinematográficos como para las maravillosas bandas sonoras de sus pelis. En esta web he encontrado una lista, tan inteligente como exacta, de los 16 films sin los cuales no hubiese existido Wes Anderson. Son casi todas obras de esa edad dorada de la cultura twee que duró entre el 65 y el 75, la época de Nick Drake y Donovan, del melancólico ocaso del hippismo y la definición de un intimismo suave, melancólico y otoñal, películas poco dadas a la épica y centradas en pequeñas situaciones de melancolía loser.
De todas ellas, me gustaría recomendar una que quizás no hayáis visto (es la típica película de culto no tan conocida como debería) pero que, como fans de Belle & Sebastian y el propio Anderson que sois casi todos, puede resultaros muy jugosa. Me refiero a la excéntrica, divertida e insular "Harold y Maud", bizarrísimo cuento de amor fou que se ha convertido en pieza clave del arco del intimismo indiepop. Quizir, pertenece a la misma estirpe de "El guardián entre el centeno", los comics de Fantagrafics, las portadas de los Smiths, "Eduardo manostijeras" y, claro, los Tennembaums: no os la podéis perder si os gustan The XX y The Pains of Being Pure at Heart.
La historia no puede resultar más arriesgada: un joven y excéntrico multimillonario semihuérfano, hastiado por la falta de sangre del mundo que le ha tocado habitar, y dedicado en cuerpo y alma a amargar a la vida de su estólida madre mediante suicidios simulados, mata el tiempo asistiendo a funerales de personas a las que desconoce. En uno de ellos conocerá a una idiosincrática anciana octogenaria (interpretada, quizás excesivamente,por la inolvidable viejecita de "La semilla del diablo") con la que hará muy buenas migas. Pero muy, muy buenas migas: habemus romance, y hasta aquí puedo leer. Lo que en manos de algún director clásico no daría más que para un cursi y afectado juguetito sentimental, en la cámara del genial Hal Ashby toma cuerpo como una película rara, de un humor gélido y abstracto, con un magnetismo brutal y una atmósfera irrepetible. La estética setentera a lo colegio británico, la sobriedad y distanciamiento de sus elipsis, lo medido y contenido de su lenguaje, y el lacónico amor con el que se retrata la excentricidad de sus protagonistas, perfilan un simpatiquísimo y modesto canto al amor dispar y disidente, a cierta manera de afirmar la propia identidad y diferencia sin necesidad de excesos ni exabruptos. Una película muy curiosa, cerebral y pausada, pero, a su manera, adrenalínica.

El director, el perro verde Hal Ashby, cuenta en su haber con otras dos gemas; la primera, la hilarante "Shampoo", con Warren Beatty ejerciendo de peluquero en un Hollywood descrito como la capital de la más tonta vanidad. Pero sobre todo se le recuerda especialmente por la descomunal "Bienvenida Mister Chance", otro clásico obligado: es aquella película en la que Peter Sellers interpreta a un jardinero borderline que termina como consejero presidencial por el patético efecto de el traje nuevo del emperador. Ahora bien: siendo una obrita maravillosa y tremendamente disfrutable, la poética ingenuamente hippy del guión es lo que más ha hecho envejecer esta "Harold y maud" de la que os hablo. Lo que empieza con acidez y socarronería (las iniciales performances suicidas del protagonista son hilarantemente gélidas) pierde fuelle a medida que Harold y Maud van encontrando su singular manera de buscar la felicidad. Pero como estrambótico y emocionante precursor del cine indie contemporáneo, es de visión completamente obligada. Los que no la hayáis visto, tenéis la oportunidad de bajárosla aquí, ripeada en VOS: una comedia romántica agridulce que no os podéis perder. Ya habrá tiempo de ver la nueva de Anderson.
Como apunte pop, recordar que éste es el film del que Cameron Díaz dice que es "la más grande historia de amor de nuestro tiempo" en la siempre reivindicable Algo pasa com Mary. Animaos a darle una oportunidad.

2 comentarios:

  1. http://retroriff.com/blog/cage-organ2/

    parece una página "interesante" = no conozco nada de lo que ponen

    -x-

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  2. tiene unas ilustraciones maravillosamente dementes, he de seguir investigando.¿te has puesto malo?, no puede ser! llevo una hora haciendo filloas, te llevaría unas pocas...abrígate mucho, y toma caldos, manzanillas, esas cosas! mañana te llamo. besitos. chicoli.

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