miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mad Men Marilyn / ¿Por qué te gusta lo que te gusta?

"Cómo casarse con un millonario", Jean Negulesco, 1953
1. Surfeando entre las listas de "Las mejores comedias de todos los tiempos", asistimos con pasmo a la constatación del doble rasero que la crítica utiliza para ponderar el arte pop sin una pauta coherente. Pongo el ejemplo de las comedias por ser un estilo que conozco bien, pero el razonamiento sirve para cualquier otra manifestación cultural: del mismo modo que Jung reconocía un inconsciente colectivo para el conjunto de las masas, la crítica cinematográfica está sumisa a una forma inconsciente de nostalgia colectiva de las hechuras de un tiempo pasado inmanentemente mejor, cuya reivindicación y defensa termina por funcionar como teorema (o dogma) de la labor del analista cultural. Observar cómo un determinado libro, disco o película pasan a la historia, y el lugar (siempre dinámico) que sucesivamente ocupan en ésta, es toda una lección de cómo los anales son los sedimentos, más o menos movedizos, de los detritus estéticos de cada época cribados por el filtro crítico de la moral contemporánea instrumentalizada políticamente. Crítica, estética, moral y política forman una complicadísima cinta de moebius cuyas dinámicas sólo llegamos a intuir a través de sus rotos y descosidos. ¿Quién pone la mano en el fuego de que dentro de x años, Albert Speer no vaya a ser recordado como un genio, y Mies como un demonio?
Este fín de semana me ví con asombro uno de esos títulos habituales en las retrospectivas de las mejores comedias, la muy absurda "Cómo casarse con un millonario", cuya excesiva y sobrevenida condición de clásico dice mucho de los subterfugios que utiliza el ojo del espectador para justificar la oscilación de sus baremos. Independientemente de que como film sea una porquería (en mi opinión lo es) las críticas oficiales de la peli se ven obligadas a hacer malabarismos para justificar una puesta en valor desde la tramposa lente de la nostalgia: el método para el indulto es atribuir a las obras del pasado un subtexto contemporáneo completamente ficticio para legitimar productos que en su día nacieron con una intención muy diferente a la que ahora suponemos. En este caso, por supuesto, el crítico contemporáneo cataloga la peli como irónica y autoparódica porque, valorada desde los principios de sus creadores, resultaría una abominación políticamente incorrectísima. El film cuenta la historia de tres mujeres (la femme fatale estólida y manipuladora, la rubia tonta, y la tonta a secas) cuyo único plan de vida es cazar algún macho multimillonario para sentirse realizadas personalmente, en lo que como hilo argumental es una enunciación de los valores de su época (la sumisión femenina, el culto al dinero, la glamourización como anestesia política, el maximalismo materialista) tan explícita que 1. necesariamente la hemos de interpretar como irónica (suposición que no se sostiene tras el visionado del film, que en absoluto juega esa carta) y 2. necesariamente ha de ser contada en forma de comedia. Hoy en día, semejante oda a los sueños más prosaicos de la clase media sería impensable: lo toleramos con simpatía como vodevil ácido de los años 50, como encantador folletín a mayor gloria de Marilyn y Bacall, o como festín visual de iconografía indie al que muy inconscientemente consideramos carente de simbolismo pero que, en realidad, constituye uno de los más explícitos ejemplos de propaganda ideológica del sistema capitalista que podáis imaginar. Lo cual no me parece ni bien ni mal, pero dicha condición la aleja completamente del supuesto juguete cinematofráfico frívolo e inofensivo que, muy torticeramente, creen ver los críticos.
"Cómo casarse con un millonario" merece un remake, pero no rodado en forma de comedia, sino de drama o incluso tragedia: ello supondría la aceptación de la ideología social subyacente, sin la coartada exculpante de la carcajada, que no expresa sino la vergüenza inconsciente de un espectador demasiado cómplice con una moral que aparentemente detesta. Supongo que esa reconstrucción es lo que intenta la muy sólida Mad Men, pero no he visto lo suficiente la serie para valorarlo.

Eloy Fernández Porta, "Homo sampler: tiempo y consumo en la era afterpop"
Ya me he terminado el libro de Fernández Porta, y estoy impresionadísimo por el tremendo nivel discursivo de este tío, que se ha convertido en mi personaje a seguir nº1 y absoluto gurú espiritual de dada2000. Bajo la aparente ligereza de un tratado de costumbrismo popológico, Porta se destapa como un pensador solidísimo que no sólo maneja una volcánica retahíla de referentes culturales (que van de Freud a John Waters pasando por Bourdieu, Lacan, Chris Ware o Sunn O)) sino que lo hace hilvanando un argumentadísimo hilo conductor con inesperadas consecuencias críticas, culturales, políticas y sociales, consiguiendo que fenómenos aparentemente anecdóticos o peregrinos resulten cargados de información sobre las dinámicas del mundo contemporáneo. Repartiendo elegantes y enciclopédicos palos al stablishment arty, a la cutura oficial de la clase media, a los indies y a los freakies, sus trescientas páginas son un espectacular recorrido por las cumbres y los subsótanos del criterio crítico cultural a pie de calle, sus causas y sus consecuencias. Un ensayo espeluznante cuyo eje central es la construcción cultural del tiempo como asunto central de nuestra alienación.
Algunos ejemplos del tipo de temas que vemos estudiados en el tomito: ¿Cuál es la diferencia psicológica entre la duración de una canción pop y el tiempo líquido del techno? ¿Qué relación hay entre lo que te gusta y tu sentimiento de pertenecia a una clase social? ¿Qué sentido hay en la articulación de los subidones en un partido de la NBA y otro de la LigaBBVA? ¿Tiene el high art más valor que un reality show de vertedero? ¿Cómo decidimos que se nos pasa el arroz o que es demasiado pronto para determinadas actividades? ¿Cómo, cuándo, dónde y por qué nace el periodismo? ¿Por qué los periódicos salen cada día, y no cada vez que hay noticias? Todo ello, contado de un modo sencillísimo y plagado de referencias iconográficas de las nuestras: Watchmen, Pulp, el sello Constellation, Deleuze, Matrix, Peter Bagge, Foucault, el arte povera, los blogs, el situciaonismo, el post punk... una delicia que trasciende en mucho la mera recomendación: lectura obligada instantánea. Si a alguien le interesan los temas dada2000, le recomiendo que abandone el blog y se lea este libro: es lo mismo, pero en bien.
Con sus incoherencias y dudas, Fernández Porta tiene todas las papeletas para ser el gran gurú de nuestra generación. Crecido entre tratados de psicoanálisis y semiótica, comida rápida y ciudades basura, no se me ocurre nadie mejor en este país para hablar de las cosas que nos importan a aquellos que no tenemos claro absolutamente nada. Y que sólo tenemos, como arma política contra la asfixia del sistema, la capacidad crítica de identificar los venenos que encierran los caramelitos que nos regala.
De verdad, un flipe.

6 comentarios:

  1. Aprovecho que lo has citado para dejar constancia de que soy un admirador absoluto de Bourdieu.

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  2. A "Cómo casarse con un millonario" le pasa lo que a Shakespeare, que es fruto de su época. Se me ocurren pocas obras menos machistas que "La fierecilla domada", pero nadie pone en duda su valor literario.

    Me leí el libro de Porta hace unos meses y me gustó mucho, pensé que no iba a encontrar a nadie más en las mismas.

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  3. Inmersa en "Afterpop". Reflexiones sesudas alternan con carcajadas repentinas e inesperadas. En cuanto lo acabe, voy por "Homo Sampler".

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  4. uno delos tíos de Iria tiene una colección de esas pero sólo con las naves

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  5. jolín pues que la pida de herencia!!! de niño las coleccionaba y estaba superobsesionao, ya me conoces, pero cuando me aburrí del tema las tiré todas :_(
    el año pasado compré un darth vader y otros muñekitos pero se los regalé a jorge, que espero que no los haya tirado!!!

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  6. Esta vez te pones en plan modesto con lo de que abandonemos el blog, jeje. Que por otro lado tiene un aire a como sería el diario de un Cèline moderno o tal vez un Palahniuk.

    Pena de no tener de momento tiempo de leer el libro de Porta, pero me anoto el título.

    César

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